En 1992, Giuseppe Ayala (Sicilia, 1945) tenía cuarenta y siete años y dos buenos amigos con los que había soñado un país mejor: Giovanni Falcone y Paolo Borsellino. El primero murió en mayo, de camino al aeropuerto de Palermo, víctima de una bomba de quinientos kilos de trilita que se llevó por delante su vida, la de su mujer y la de sus escoltas. La explosión fue tan fuerte que se registró en los monitores sísmicos de la isla. Cuentan que Totó Riina dio una fiesta esa misma noche y celebró su muerte con champán. Dos meses después, un Fiat 126 cargado con ciento diez kilos de trinitrotolueno borró del mapa al segundo. De él solo quedó un torso quemado....
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