El ‘ New Yorker’ cumple cien años. Cuando su fundador, Harold Ross, compartía con Dorothy Parker y otros miembros de la Mesa Redonda del Algonquin su idea de crear un semanario de actualidad neoyorquina en tono jocoso, sin perder el rigor, nadie lo tomaba en serio. De origen provinciano, falto de experiencia editorial y con abismos culturales —«¿Moby Dick es el hombre o la ballena?»—, Ross no parecía destinado a erigir la sofisticada y prestigiosa revista en la que se convirtió el ‘New Yorker’ en apenas unos años. La razón de su éxito insospechado es uno de los misterios que intenta desentrañar ‘Mis años con Ross’, la biografía del primer gran editor del ‘New Yorker’ escrita por otro de sus...
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