Eurovisión parecía ser un espacio seguro para el colectivo LGTBQ+, pero ahora lo es un poco menos. Creo que solo puede presumir de ser el festival de la hipocresía
Por si fuera poco con el hecho de permitir que siga participando Israel después de ver lo que está ocurriendo en Gaza, el Festival de Eurovisión ha vuelto a generar controversia por prohibir expresamente que se exhiban en el escenario otras banderas o símbolos que no representen la nacionalidad de los participantes. Como, por ejemplo, las banderas LGTBIQ+, según ha informado la agencia Reuters. Suiza será la sede oficial del festival por primera vez desde 1989 y, a pesar de las críticas que ha recibido por permitir que siga participando Israel, seguirá adelante adoptando medidas para evitar más conflictos. Aunque en realidad han conseguido todo lo contrario. La Unión Europea de Radiodifusión (UER) espera que su lema "Unidos por la música" ayude a que nos centremos en la música y el espectáculo, pero lo cierto es que es imposible ignorar lo que ocurre tras las cámaras. En Espinof Eurovisión veta una canción por un juego de palabras grosero. En su país se lo han tomado como censura pura hacia su idioma Sin embargo, aunque muchos lo considerásemos un espacio seguro, especialmente la comunidad LGTBIQ+, los movimientos internos y las políticas que se adoptan solo alejan a Eurovisión de ser la idea de festival de la diversidad y la libertad de la que tanto se abandera. Por si la indignación por el papel de Israel en el festival no fuera suficiente, acaban de adoptarse medidas que obligan a dejar fuera del escenario y la conocida sala verde toda bandera que no sea la que represente a los países que participan. Así lo confirmaba la agencia Reuters, aclarando que se prohíbe el uso de banderas LGBTQ+ para los cantantes, aunque sí que se permitirá que las lleven los fans y los artistas en otros lugares públicos. En Espinof Telecinco intentó hacer un reality a lo 'My Fair Lady', pero solo sirvió para que viéramos a Carmen Lomana irse de mercadillo Esta decisión se toma después de que el año pasado Nemo, el ganador del festival, colase una bandera que representa a las personas no binarias en el escenario. A pesar de que los organizadores se lo prohibieron. Sobre esto, el director de la UER dijo al mismo medio que la restricción se pensó para llegar a cierta claridad y equilibrio. "Eurovisión no necesita ninguna bandera para demostrar que es aliada y una celebración del colectivo LGBTQ+. Solo hay que ver el espectáculo, a la gente que participa y escuchar lo que cantan". No obstante, una parte de la comunidad cree que es una manera de censurar y que consigue todo lo contrario. Por ejemplo, Roman Heggli, secretario general de Pink Cross -una asociación suiza que defiende los derechos de los homosexuales y los bisexuales-, en sus declaraciones recogidas en el mismo artículo de Reuters, dijo que "Eurovisión es una celebración de la solidaridad y la tolerancia, y tiene una larga trayectoria de apoyo a los derechos LGBTQ+", opinando que "la prohibición de la bandera es como una bofetada". La participación de Israel sigue en pie Es cierto que el Festival de Eurovisión gira en torno a la música, pero no se puede olvidar que la política lo vertebra de muchas maneras distintas y el hecho de que siga participando Israel también es un motivo de queja e incomodidad más que razonable. De hecho, según recogen fuentes como EuroNews, algunos participantes de otros años pidieron que se prohibiera a Israel formar parte del festival. La encargada de representarle este año será Yuval Raphael, superviviente del ataque liderado por Hamas del 7 de octubre de 2023 que acabó con la vida de 1.200 personas, y por mucho que se empeñen en hablar de un festival de música y entretenimiento, el propio Israel también impide que se pueda mirar hacia otro lado, utilizándolo como altavoz para hacer propaganda. Porque no podemos ignorar que Israel es responsable de la muerte de más de 50.000 palestinos (según funcionarios sanitarios locales y fuentes como BBC). Al igual que tampoco se pasó por alto la invasión de Rusia en Ucrania, cuando hace tres años el propio festival anunció que se excluiría al país presidido por Vladimir Putin de participar en Eurovisión. Las excusas no sirven Viendo el revuelo que causaba, y que sigue causando, la participación de Israel, la UER defendió que esto se permitía porque el país estaba representado por KAN, su emisora de televisión pública, y no por su gobierno. También, el director del festival Martin Green dijo que el concurso debería promover una conexión a pesar de la agitación política y ser un "espacio momentáneo de alegría y una vía de escape". "Mi esperanza este año es que Eurovisión haga lo que ha hecho durante los últimos 69 años, que es demostrar que la música puede unirnos", contaba Green en unas declaraciones recogidas por Reuters. "Sé que quizá suene un poco cursi, pero ese es el

Por si fuera poco con el hecho de permitir que siga participando Israel después de ver lo que está ocurriendo en Gaza, el Festival de Eurovisión ha vuelto a generar controversia por prohibir expresamente que se exhiban en el escenario otras banderas o símbolos que no representen la nacionalidad de los participantes. Como, por ejemplo, las banderas LGTBIQ+, según ha informado la agencia Reuters.
Suiza será la sede oficial del festival por primera vez desde 1989 y, a pesar de las críticas que ha recibido por permitir que siga participando Israel, seguirá adelante adoptando medidas para evitar más conflictos. Aunque en realidad han conseguido todo lo contrario.
La Unión Europea de Radiodifusión (UER) espera que su lema "Unidos por la música" ayude a que nos centremos en la música y el espectáculo, pero lo cierto es que es imposible ignorar lo que ocurre tras las cámaras.
Sin embargo, aunque muchos lo considerásemos un espacio seguro, especialmente la comunidad LGTBIQ+, los movimientos internos y las políticas que se adoptan solo alejan a Eurovisión de ser la idea de festival de la diversidad y la libertad de la que tanto se abandera.
Por si la indignación por el papel de Israel en el festival no fuera suficiente, acaban de adoptarse medidas que obligan a dejar fuera del escenario y la conocida sala verde toda bandera que no sea la que represente a los países que participan. Así lo confirmaba la agencia Reuters, aclarando que se prohíbe el uso de banderas LGBTQ+ para los cantantes, aunque sí que se permitirá que las lleven los fans y los artistas en otros lugares públicos.
Esta decisión se toma después de que el año pasado Nemo, el ganador del festival, colase una bandera que representa a las personas no binarias en el escenario. A pesar de que los organizadores se lo prohibieron.
Sobre esto, el director de la UER dijo al mismo medio que la restricción se pensó para llegar a cierta claridad y equilibrio. "Eurovisión no necesita ninguna bandera para demostrar que es aliada y una celebración del colectivo LGBTQ+. Solo hay que ver el espectáculo, a la gente que participa y escuchar lo que cantan".
No obstante, una parte de la comunidad cree que es una manera de censurar y que consigue todo lo contrario. Por ejemplo, Roman Heggli, secretario general de Pink Cross -una asociación suiza que defiende los derechos de los homosexuales y los bisexuales-, en sus declaraciones recogidas en el mismo artículo de Reuters, dijo que "Eurovisión es una celebración de la solidaridad y la tolerancia, y tiene una larga trayectoria de apoyo a los derechos LGBTQ+", opinando que "la prohibición de la bandera es como una bofetada".
La participación de Israel sigue en pie

Es cierto que el Festival de Eurovisión gira en torno a la música, pero no se puede olvidar que la política lo vertebra de muchas maneras distintas y el hecho de que siga participando Israel también es un motivo de queja e incomodidad más que razonable. De hecho, según recogen fuentes como EuroNews, algunos participantes de otros años pidieron que se prohibiera a Israel formar parte del festival.
La encargada de representarle este año será Yuval Raphael, superviviente del ataque liderado por Hamas del 7 de octubre de 2023 que acabó con la vida de 1.200 personas, y por mucho que se empeñen en hablar de un festival de música y entretenimiento, el propio Israel también impide que se pueda mirar hacia otro lado, utilizándolo como altavoz para hacer propaganda.
Porque no podemos ignorar que Israel es responsable de la muerte de más de 50.000 palestinos (según funcionarios sanitarios locales y fuentes como BBC). Al igual que tampoco se pasó por alto la invasión de Rusia en Ucrania, cuando hace tres años el propio festival anunció que se excluiría al país presidido por Vladimir Putin de participar en Eurovisión.
Las excusas no sirven

Viendo el revuelo que causaba, y que sigue causando, la participación de Israel, la UER defendió que esto se permitía porque el país estaba representado por KAN, su emisora de televisión pública, y no por su gobierno. También, el director del festival Martin Green dijo que el concurso debería promover una conexión a pesar de la agitación política y ser un "espacio momentáneo de alegría y una vía de escape".
"Mi esperanza este año es que Eurovisión haga lo que ha hecho durante los últimos 69 años, que es demostrar que la música puede unirnos", contaba Green en unas declaraciones recogidas por Reuters. "Sé que quizá suene un poco cursi, pero ese es el propósito del concurso".
Sea como sea, parece que hasta el próximo sábado 17 de mayo seguirá habiendo revuelo alrededor de esta cuestión. Y también es posible que se sigan colando símbolos de todas maneras como ocurrió el año pasado, que a pesar de la prohibición, también hubo participantes que manifestaron su apoyo a Palestina, colando mensajes en sus uñas o en el vestuario, como por ejemplo el cantante Eric Saade, que llevaba un pañuelo palestino o Kufiya en la muñeca.
Puede que, si esto continúa así, acabe habiendo más cambios en torno a la organización del Festival Eurovisión pero, de momento, es posible que veamos algún que otro mensaje oculto más. Al fin y al cabo, la vigilancia es exhaustiva, pero no siempre se puede vigilar todo.
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Eurovisión parecía ser un espacio seguro para el colectivo LGTBQ+, pero ahora lo es un poco menos. Creo que solo puede presumir de ser el festival de la hipocresía
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Espinof
por
Belén Prieto
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