Antes de desmadrarse, la saga 'Fast & Furious' apostó por el realismo. Tanto que llegaron a arrestar al director de 'Tokyo Race' (o eso creía la policía)

Coches volando por la estratosfera, personas desviando cohetes disparados por submarinos con la fuerza de sus brazos, vehículos saltando entre rascacielos, pistas de despegue interminables, hordas de automóviles zombi... Antes de que la cosa se desmadrase y la saga 'Fast & Furious' se entregase a estos sinsentidos para brindarnos espectáculos gloriosos abrazando el absurdo, las aventuras de Dominic Toretto y compañía eran mucho, pero que mucho más terrenales. Sin ir más lejos, el debut de la franquicia en el año 2001 con 'A todo gas' no dejó de ser el enésimo remake apócrifo —y más o menos encubierto— de la fantástica 'Le llaman Bodhi' de Kathryn Bigelow con la forma de un thriller policiaco-criminal en el que las tablas de surf y los deportes de riesgo abrieron paso a la vertiente más hortera del tuning que tanto proliferaba a principios de siglo. Werner Herzog estaría orgulloso Esta tónica, que se mantuvo —más o menos— hasta la cuarta entrega de la saga, alcanzó el punto máximo de refinamiento en la que, probablemente, sea la secuela más infravalorada de las diez que se han estrenado hasta la fecha —si contamos la cinta en solitario de 'Hobbs y Shaw': una 'Tokyo Race' que bien podría catalogarse como spin-off y que, como su propio nombre indica, nos trasladó a la capital nipona en una orgía de derrapes y acción más que estimable. En Espinof He entrado tarde en la saga 'Fast & Furious', pero me he terminado enamorando de un universo cinematográfico sin nada que envidiar a Marvel Como digo, la apuesta por el realismo se mantuvo en la medida de lo posible en la incursión de Justin Lin como director en la saga —en la que que continuó firmando las 'A todo gas' 4, 5, 6 y 8—, llegando a saltarse la ley para rodar de la manera más auténtica posible las secuencias de velocidad; algo tremendamente delicado después de las regulaciones que se instauraron en 1967 tras el rodaje de 'Sólo se vive dos veces'. Desde entonces, rodar en Tokio es poco menos que un infierno logístico y económico —las tasas no es que sean asequibles, precisamente—, así que Lin y su equipo decidieron tomar al pie de la letra una de las enseñanzas del maestro Werner Herzog, quien sentenció que "No hay nada malo en pasar la noche en la cárcel si eso significa conseguir el plano que necesitas", para capturar el icónico cruce de Shibuya sin pasar por caja ni estar sujetos a los permisos de turno. Tras jugar la carta burocrática de forma fallida y no conseguir la autorización, el bueno de Justin decidió rodar al estilo guerrilla una escena en plena calle que, por supuesto, terminó siendo interrumpida por la policía, que cerró el chiringuito y arrestó a su máximo responsable. O eso creían, porque el estudio, consciente de que esto podía llegar a pasar, decidió contratar a un cabeza de turco que se hizo pasar por Lin y terminó durmiendo en el calabozo, evitando cualquier consecuencia real para el cineasta y asegurando la continuidad del proyecto. Lamentablemente, todo el numerito sirvió relativamente de poco, ya que el material real conseguido en Shibuya fue más bien escaso y se tuvo que tirar de efectos visuales para completar la escena antes de volver a Estados Unidos, donde se fotografió la inmensa mayoría del largometraje convirtiendo diferentes localizaciones del estado de California en rincones tokiotas. La magia del cine en estado puro. En Espinof | Las mejores películas de 2025 En Espinof | Las mejores series de 2025 - La noticia Antes de desmadrarse, la saga 'Fast & Furious' apostó por el realismo. Tanto que llegaron a arrestar al director de 'Tokyo Race' (o eso creía la policía) fue publicada originalmente en Espinof por Víctor López G. .

May 10, 2025 - 13:07
 0
Antes de desmadrarse, la saga 'Fast & Furious' apostó por el realismo. Tanto que llegaron a arrestar al director de 'Tokyo Race' (o eso creía la policía)

Antes de desmadrarse, la saga 'Fast & Furious' apostó por el realismo. Tanto que llegaron a arrestar al director de 'Tokyo Race' (o eso creía la policía)

Coches volando por la estratosfera, personas desviando cohetes disparados por submarinos con la fuerza de sus brazos, vehículos saltando entre rascacielos, pistas de despegue interminables, hordas de automóviles zombi... Antes de que la cosa se desmadrase y la saga 'Fast & Furious' se entregase a estos sinsentidos para brindarnos espectáculos gloriosos abrazando el absurdo, las aventuras de Dominic Toretto y compañía eran mucho, pero que mucho más terrenales.

Sin ir más lejos, el debut de la franquicia en el año 2001 con 'A todo gas' no dejó de ser el enésimo remake apócrifo —y más o menos encubierto— de la fantástica 'Le llaman Bodhi' de Kathryn Bigelow con la forma de un thriller policiaco-criminal en el que las tablas de surf y los deportes de riesgo abrieron paso a la vertiente más hortera del tuning que tanto proliferaba a principios de siglo.

Werner Herzog estaría orgulloso

Esta tónica, que se mantuvo —más o menos— hasta la cuarta entrega de la saga, alcanzó el punto máximo de refinamiento en la que, probablemente, sea la secuela más infravalorada de las diez que se han estrenado hasta la fecha —si contamos la cinta en solitario de 'Hobbs y Shaw': una 'Tokyo Race' que bien podría catalogarse como spin-off y que, como su propio nombre indica, nos trasladó a la capital nipona en una orgía de derrapes y acción más que estimable.

Como digo, la apuesta por el realismo se mantuvo en la medida de lo posible en la incursión de Justin Lin como director en la saga —en la que que continuó firmando las 'A todo gas' 4, 5, 6 y 8—, llegando a saltarse la ley para rodar de la manera más auténtica posible las secuencias de velocidad; algo tremendamente delicado después de las regulaciones que se instauraron en 1967 tras el rodaje de 'Sólo se vive dos veces'.

sdf

Desde entonces, rodar en Tokio es poco menos que un infierno logístico y económico —las tasas no es que sean asequibles, precisamente—, así que Lin y su equipo decidieron tomar al pie de la letra una de las enseñanzas del maestro Werner Herzog, quien sentenció que "No hay nada malo en pasar la noche en la cárcel si eso significa conseguir el plano que necesitas", para capturar el icónico cruce de Shibuya sin pasar por caja ni estar sujetos a los permisos de turno.

Tras jugar la carta burocrática de forma fallida y no conseguir la autorización, el bueno de Justin decidió rodar al estilo guerrilla una escena en plena calle que, por supuesto, terminó siendo interrumpida por la policía, que cerró el chiringuito y arrestó a su máximo responsable. O eso creían, porque el estudio, consciente de que esto podía llegar a pasar, decidió contratar a un cabeza de turco que se hizo pasar por Lin y terminó durmiendo en el calabozo, evitando cualquier consecuencia real para el cineasta y asegurando la continuidad del proyecto.

Lamentablemente, todo el numerito sirvió relativamente de poco, ya que el material real conseguido en Shibuya fue más bien escaso y se tuvo que tirar de efectos visuales para completar la escena antes de volver a Estados Unidos, donde se fotografió la inmensa mayoría del largometraje convirtiendo diferentes localizaciones del estado de California en rincones tokiotas. La magia del cine en estado puro.

En Espinof | Las mejores películas de 2025

En Espinof | Las mejores series de 2025

-
La noticia Antes de desmadrarse, la saga 'Fast & Furious' apostó por el realismo. Tanto que llegaron a arrestar al director de 'Tokyo Race' (o eso creía la policía) fue publicada originalmente en Espinof por Víctor López G. .