Neones, texto publicitario de El turista sin equipaje
****** Conversación sin spoiler con el Comisario Nieves, protagonista de la novela El turista sin equipaje. —¿Cómo es posible que un hombre como usted haya acabado en un lugar como este? —Todavía no lo sé. Estoy consternado. Por mucho que lo pienso no me lo explico. —¿Qué le pasó, hombre? —La debacle total. —Si me permite,... Leer más La entrada Neones, texto publicitario de El turista sin equipaje aparece primero en Zenda.

Nieves es comisario de policía y es un hombre de pelo blanco como la nieve. En la isla hay un túnel que comunica la luz con la niebla, pero también al contrario. Para esgrimir un palo de volador como si fuera un florete, qué película sería la que las niñas habrían visto en la tele. Matar lagartos también era nuestro más preciado pasatiempo durante la niñez, el primer contacto con la muerte que finalmente lo explica todo en la vida. La isla es una ballena a la deriva cuando la iluminan los fuegos. Otra imagen de la infancia y de hoy mismo es la de ese pobre cangrejo muerto, seco al sol, sobre la roca negra del malpaís, mientras las olas rompen más atrás, en marea baja. ¿De verdad es misógino? ¡Qué interesante, me gustaría preguntarle algunas cosas!, dijo el profesor de interpretación. Para un papel, aclaró luego. En esta novela, es verdad, hay más dobles de lo que parece. Un gran escritor escribió una vez la historia del ahogado más hermoso del mundo. Otro gran escritor y cineasta hizo levitar a su personaje durante un relato mesiánico. Lengüín es quien se deleita haciendo daño con su lengua. También hay un truño, un truño negro, volcánico, en esta historia. Cruz santa, cruz santa, cruz santa, tal vez eso lo explique todo. Un turista sin equipaje no es un turista accidental ni accidentado. Para el desatarse de una violencia antigua solo hay que caminar el relato de quien llega: el llegado siempre lo es para bien y para mal. Solo confieso que ya en mi primera novela, El futbolista asesino, alguien se encaramaba a un pino alto, muy alto: era otro personaje… pero el mismo hombre. En el drago centenario, el bizcochón y Lo Divino se encuentra el quid de la cuestión, posiblemente. Supongo que lo sagrado es violento incluso aunque no parezca sagrado. Todo lo aquí dicho, en este texto de neones publicitarios, tiene que ver estrictamente con mi novela El turista sin equipaje, aunque no aparezca como aquí y sea necesario volver a esto después de leerla para vislumbrarlo.
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Conversación sin spoiler con el Comisario Nieves, protagonista de la novela El turista sin equipaje.
—¿Cómo es posible que un hombre como usted haya acabado en un lugar como este?
—Todavía no lo sé. Estoy consternado. Por mucho que lo pienso no me lo explico.
—¿Qué le pasó, hombre?
—La debacle total.
—Si me permite, me recuerda usted mucho a Federico Luppi, el actor argentino.
—Muchas gracias. Era un hombre muy guapo.
—Con un pelo blanco como el suyo… Qué tal la salud, ¿ha podido recuperarse bien?
—Con secuelas desagradables ahí abajo, pero sí, creo que sí. Ya casi he recuperado la normalidad, al menos la de mi salud.
—Tengo entendido que usted y su actual mujer, Yoy Choy, después de todo siguen adelante con su relación…
—Yoy es una santa.
—Nunca mejor dicho, ¿no?
—Pues sí. Visto lo visto…
—Pero yo diría que es como si la vida a usted le hubiese pasado por encima.
—La antigüedad, yo creo que ha sido la antigüedad toda la que me ha escachado. La antigüedad histórica, eh, no la de mi edad.
—Usted era un hombre muy seguro de sí mismo. No en balde, enviudó y al poco se emparejó con Yoy, mujer oriental mucho más joven que usted.
—Yo a eso nunca le he dado la menor importancia.
—Pero la tiene. Para muchos la tiene.
—Es posible. Pero jamás he tenido razones para dudar mucho de mí y tampoco en ese aspecto.
—No como Sigui, su “contrincante”, el chafalmeja ese.
—Pues ya ve, unos ganan lo que no tienen y otros lo pierden todo.
—Tras leer la novela, uno tiene la impresión de que hubiese matado a golpes al ahorcado por averiguar la verdad…
—El ahorcado ya estaba muerto, pero el otro…
—¿El otro estaba de parranda? Perdón, me lo ha puesto a huevo.
—Pobre. Estoy profundamente arrepentido.
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