Miguel Hernández y el facsímil faltante

Tuvo Viento del pueblo un proceso de producción que, pese a las circunstancias, puede considerarse más o menos normal, siendo editado por Socorro Rojo y con sendos preliminares, uno del ya por entonces una referencia de primer nivel en el campo de la fonología y de la geografía lingüística Tomás Navarro Tomás, y otro del... Leer más La entrada Miguel Hernández y el facsímil faltante aparece primero en Zenda.

Mar 15, 2025 - 06:30
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Miguel Hernández y el facsímil faltante

Mostraba Miguel Hernández un semblante que entiendo refleja una contenida satisfacción en aquella instantánea del fotoperiodista germano Walter Reuters que le capta saliendo del Ayuntamiento de Valencia, en la mañana del día 4 de julio de 1937, después de haber asistido a la inauguración del II Congreso Internacional de Escritores para la defensa de la Cultura, iniciado en esa ciudad, y que enseguida se trasladaría a Madrid y luego a Barcelona, y cuyos últimos actos se celebraron en París en los días 16 y 17 del mismo mes. En la Valencia donde el oriolano había llegado el día 2 iba a publicarse en septiembre, y mientras estaba en la URSS asistiendo al V Festival de Teatro Soviético, el primero de sus libros de poesía escritos durante la guerra civil del 36, Viento del pueblo, subtitulado Poesía en la guerra.

Tuvo Viento del pueblo un proceso de producción que, pese a las circunstancias, puede considerarse más o menos normal, siendo editado por Socorro Rojo y con sendos preliminares, uno del ya por entonces una referencia de primer nivel en el campo de la fonología y de la geografía lingüística Tomás Navarro Tomás, y otro del propio poeta, dedicado a Vicente Aleixandre. Constaba de 25 poemas, y lo ilustraron 18 fotografías, un hecho bien extraordinario en las publicaciones de esos años fratricidas de convulsión extrema, como ha puesto de relieve Rafael Alarcón Sierra. En contrapunto, un contexto bien distinto por nada propicio editorialmente iba a producirse a principios de 1939 respecto a la que tenía que ser la edición de la siguiente obra hernandiana, El hombre acecha. Tal vez la pensó su autor en un principio editar en Madrid, según se desprendería de lo que le escribe a su esposa Josefina Manresa en una carta fechada el 28 de septiembre de 1938: “En Madrid no hay papel para editarme otro libro”. Tuvo que plantearse, así pues, otra opción, y tras los contactos pertinentes puso el libro en manos del pintor y cartelista valenciano Rafael Pérez Contel con vistas a que se imprimiese en Tipografía Moderna, ubicada en Valencia, por más señas en calle Avellanas, 9.

"El libro El hombre acecha no iba a verlo publicado su autor, pese a que se había trabajado en él convenientemente en la Tipografía Moderna"

Ante los graves imponderables producidos por tan galopante situación bélica, y a diferencia de lo que había ocurrido cuando estaba en marcha Viento del pueblo, Miguel Hernández no pudo hacerse cargo de la corrección de todas las pruebas de una obra que, a diferencia de la anterior, no iba ilustrada, comprendía menos composiciones, 19 en total, y no llevaba dos prefacios, sino un texto preliminar dedicado a Pablo Neruda. Parece que sí pudo revisar al menos las primeras galeradas, junto al poeta sevillano Antonio Aparicio, pero no las segundas, que al cabo revisaron el referido artista Rafael Pérez Contel, y Miguel Alonso Calvo, poeta que firmaba sus escritos como Ramon de Garciasol.

El libro El hombre acecha no iba a verlo publicado su autor, pese a que se había trabajado en él convenientemente en la Tipografía Moderna, donde se habrían impreso ya, según he leído, nada menos que la cifra de 50.000 ejemplares, aunque estaban sin ultimar. Iban a quedarse materialmente inacabados, en capillas, es decir, en la fase previa a la encuadernación, en aquel taller valenciano, el cual había sido incautado por la Subsecretaría de Propaganda republicana, que formaba parte del organigrama de la Secretaría de Publicaciones del Comisariado del Cuartel General del Grupo de Ejércitos. Estaba, así pues, la obra a punto para ser entapada, con una cubierta de color quizá todavía no decidido del todo, pero que finalmente fue grisáceo, en la que figuraba el año de edición previsto, 1939, así como el editor, la Secretaría de Propaganda, Delegación de Valencia. Pero no culminó el proceso de producción para que la obra saliese a la calle por lo menos en febrero del año antedicho.

"En caso de que Entrambasaguas hubiese reparado en el libro, y hubiese querido salvarlo y editarlo, seguro que no lo habría podido hacer en mucho tiempo"

En suma, la edición de El hombre acecha nunca acabó de producirse, y por tanto el libro tampoco pudo salir ni ser distribuido, y por consiguiente lograr o no el tipo de finalidad, mejor dicho de finalidades, que Miguel Hernández pudo pretender al crearlo. Se ha escrito que, una vez tomada Valencia en marzo de ese año, 1939, por el ejército franquista, por orden del presidente de la comisión depuradora de publicaciones, el filólogo madrileño Joaquín de Entrambasaguas (catedrático de la Universidad de Murcia desde 1934, pero incorporado a la de Madrid pocos años después del término de la guerra), en el mes de abril se llevó a cabo la destrucción del libro que había estado tan cerca de editarse, destruyéndose igualmente otras obras de menor significación que aguardaban a ser publicadas.

Empero, y al respecto, leo en un artículo aparecido en ABC el 11 de enero de 2025 y titulado “Toda la verdad sobre el último libro de Miguel Hernández”, que a su autor, el poeta y filólogo Jorge Urrutia, Entrambasaguas le contó no haber visto ese libro en dicha imprenta, porque en caso de haberlo visto “lo habría publicado”. A falta de más datos, y puestos a creerle bajo su palabra, esa afirmación podría entenderse si la orden que dio fue la de una destrucción masiva indiscriminada de todo lo impreso y sin más miramientos, y por tanto sin ver que, “apilados, pliego sobre pliego, en la parte inferior de la pila”, como escribió Pérez Contel y ha recordado Óscar Moreno Fernández, se encontraban los pliegos de El hombre acecha. Aun admitiéndolo así, en caso de que Entrambasaguas hubiese reparado en el libro y hubiese querido salvarlo y editarlo, seguro que no lo habría podido hacer en mucho tiempo. A la vista de los datos proporcionados por la concienzuda investigación sobre Miguel Hernández y la censura que realizaron Aitor L. Larrabide y Juan José Sánchez Balaguer, y que publicó el Instituto alicantino de Cultura Juan Gil-Albert en 2023, no hubiese podido convertir su deseo en la realidad de publicarlo hasta bien avanzada la década de los setenta.

"Del ejemplar custodiado en esa tan pintoresca como montuosa población se publicó una edición facsímil en 1981. Iba precedida de un estudio introductorio de Leopoldo de Luis y de Jorge Urrutia"

En cualquier supuesto, y volviendo a la Valencia de los primeros meses de 1939, ante una destrucción de libros que era del todo previsible, Rafael Pérez Contel habría logrado mantener a salvo de la destrucción varios ejemplares de El hombre acecha, uno o más de uno de los cuales envió al filólogo extremeño Antonio Rodríguez-Moñino, por entonces Bibliotecario de la Zona Central de la llamada Posición Pekín, nombre en clave dado a la Sede Central del Estado Mayor del Ejército republicano de Levante, localizada en el municipio valenciano de Torrent, y que controlaba Tipografía Moderna. Un ejemplar iba a llegarle a José María de Cossío, muy probablemente merced al propio Rodríguez-Moñino, en opinión de Jorge Urrutia, y el humanista vallisoletano lo conservó donde solía alojar su caudal bibliográfico, máxime si una obra resultaba tan importante para él como el libro de su entrañable Miguel Hernández: en la valiosísima biblioteca de su casona cántabra de Tudanca.

Del ejemplar custodiado en esa tan pintoresca como montuosa población se publicó una edición facsímil en 1981. Iba precedida de un estudio introductorio de Leopoldo de Luis y de Jorge Urrutia, quienes no habían podido tener acceso al ejemplar que conservó Rodríguez-Moñino. Sobre su segura existencia y localización le había mostrado Jorge Urrutia, que en su artículo de ABC aclara muchos aspectos sobre esta problemática, el máximo interés en poder consultarlo a la esposa del por entonces ya fallecido filólogo, María Brey Mariño, de profesión bibliotecaria, y asimismo bibliógrafa.

"Ha sido precisamente a partir de ese ejemplar de Rodríguez-Moñino que en Orihuela, y a cargo de la Fundación Cultural Miguel Hernández, se ha publicado en 2024 una edición facsímil"

Sin embargo, a quien sí le cupo el hallazgo, porque a la sazón estuvieron disponibles para su consulta documentos atesorados por Rodríguez-Moñino que aún no lo estaban cuando se interesó Jorge Urrutia por aquel non nato libro hernandiano, fue al joven investigador madrileño Víctor Infantes de Miguel, quien lo encontró sin buscarlo expresamente, como reconoce en su artículo “Una incógnita desvelada: El hombre acecha, de Miguel Hernández”, publicado en El País el 11 de febrero de 1979. Debió de encontrar la obra, por tanto, a vueltas de ir comprobando con detenimiento, con los meticulosos afanes bibliográficos que le caracterizaron, todos y cada uno de los documentos atesorados por el bibliógrafo badajocense que ya podían consultarse.

Ha sido precisamente a partir de ese ejemplar de Rodríguez-Moñino que en Orihuela, y a cargo de la Fundación Cultural Miguel Hernández, se ha publicado en 2024 una edición facsímil realizada gracias a la iniciativa conjunta de los dos autores del par de textos preliminares, los antecitados Óscar Moreno Fernández, que firma el escrito “Ropajes nuevos para un libro viejo”, y Aitor L. Larrabide, que dirige la citada entidad, firma el texto de “Presentación”, ha adquirido sobrada experiencia en editar facsímiles relacionados con Miguel Hernández, y tiene en marcha la edición de algunos más. Habiendo sido publicado en 1981, como decíamos, el facsímil de El hombre acecha desde el ejemplar de José María de Cossío, ha sido muy plausible que se haya publicado ahora otro facsímil, pero a partir del de Rodríguez Moñino, y procurando que la edición resultase en todas sus características lo más próxima posible a la que hubiese podido llegar a manos de Miguel Hernández.

"Ni los destinatarios reales ni los potenciales de un libro que la crítica ha considerado tan humana, tan política, tan literariamente maduro, supieron de los mensajes poéticos que contenía"

La deriva de los acontecimientos de la guerra (in)civil nada tenía que ver cuando apareció Viento del pueblo y cuando quedó sin publicarse El hombre acecha, libro que había sido escrito desde por lo menos el verano de 1937 hasta muy entrado el otoño de 1938. Cuando salió impresa la primera de esas obras, la mayor parte de su contenido ya había sido dado a conocer en una decena de revistas, entre otras El Mono Azul y Frente Sur, o bien se había popularizado por otros medios, a veces declamando el propio Miguel Hernández algunos poemas en algún que otro frente. Lo acaecido con el libro previsto para salir en el invierno de 1939 no puede parangonarse en ningún caso con el anterior. Empezando por recordar que solo dos de sus poemas habían visto la luz, y en una misma revista, Ayuda, ocurre que la obra no pudo al cabo ser difundida ni producir efecto alguno en aquella encrucijada histórica.

Así pues, ni los destinatarios reales ni los potenciales de un libro que la crítica ha considerado tan humana, tan política, tan literariamente maduro, supieron de los mensajes poéticos que contenía: ni de los metanarrativos de carácter amplio y de alcance revolucionario, político y bélico, ni de los testimoniales de índole más doméstica, pero generalizables como testimonio traumático del destrozo de tantas familias, que los encuadran como poema del comienzo, “Canción primera”, y postrero, “Canción última”. En ese texto final el hablante imagina la llegada de un día que no llegó a ver, aquel en que

Florecerán los besos
sobre las almohadas.
Y en torno de los cuerpos
elevará la sábana
su intensa enredadera
nocturna, perfumada.
El odio se amortigua
detrás de la ventana.
Será la garra suave.
Dejadme la esperanza.

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Autor: Miguel Hernández. Título: El hombre acecha. Editorial: Fundación Cultural Miguel Hernández. Venta: Todos tus libros.

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