Natalia Verbeke : «He aprendido a disfrutar de la pereza»
La actriz Natalia Verbeke vuelve a la gran pantalla este 21 de febrero con una película de José Ángel Bohollo , ' Padres ', un angustioso thriller que promete mantenernos en tensión hasta el último minuto. Es la excusa perfecta para hablar con ella sobre pecados capitales, sin preaviso. —Le perdono un pecado capital. —Podemos hablar de todos, no hay problema. Pero recuérdamelos, por favor. —Pues tenemos la lujuria, la pereza, la gula, la soberbia, la envidia, la avaricia y la ira. ¿Cuál de ellos sería su pecado capital? —Yo creo que la pereza, porque lo cometo sin ninguna culpabilidad. He aprendido a disfrutar de ella y a perdonarme el hacerlo. A descansar, no hacer nada productivo, disfrutar de lo meramente contemplativo sin sentir que estoy haciendo algo malo o que estoy perdiendo el tiempo. Y me sienta muy bien. No debería ser pecado, de hecho. —¿Sería ese también el pecado que disculpa más fácilmente en los demás? —No, creo que el que más fácilmente puedo disculpar en los demás es la soberbia, porque me puedo ver reflejada ahí. Soy un poco soberbia a veces y, si censuro eso en los otros, tendría que lapidarme a mí misma la primera. Así que, para ser sincera, debo disculpar un pecado en el que yo puedo caer en algún momento. Pero también disculpo fácilmente la gula, no te creas. —¿Por lo mismo? —Un poco sí, porque la entiendo perfectamente. Aunque en mí la disculpo menos que en los demás, excepto con el chocolate. Con el chocolate no me siento nada culpable, lo admito. Pero con el panetone en Navidad, por ejemplo, es horrible. Ahí sí me siento culpable y, aún así, soy incapaz de parar. Puedo estar comiendo y comiendo, y encontrarme mal, de no poder más, y en lugar de parar, seguir comiendo. Tampoco debería ser pecado, ahora que lo pienso. —¿Y cuál sería, entonces, el pecado que no soporta en los demás? —La avaricia, sin duda. No puedo soportar a la gente que quiere acaparar y acumular. —¿Cuál es aquel en el que no suele caer? —La ira. No caigo en ella porque no me sale. —Pues se lo iba a decir, créame. La imagen que da es la de alguien poco iracundo. Se puede decir que no engaña. —No engaño, no. Es que soy muy mala actriz. (Ríe) —¡No es verdad! Lo que quiero decir es que es usted alguien que cae muy bien. Cuesta imaginarla enfadada. Tampoco da la imagen de soberbia, aunque diga que a veces lo es. —A veces lo soy y otras veces lo parezco más de lo que lo soy realmente. Y me doy cuenta de que, en ocasiones, es por timidez más que otra cosa. Pero al escucharme en algunas contestaciones que doy, en entrevistas por ejemplo, noto que sueno algo soberbia. Pero es timidez. —¿Sería ese el pecado capital de su profesión o sería más bien la envidia? —Yo no he visto envidia en este mundillo. Solo he visto solidaridad y compañerismo, así que no es esa mi experiencia. Imagino que otra persona te podrá decir otra cosa dependiendo de la suya. Pero no creo que nuestra profesión sea diferente a cualquier otra, te encuentras los mismo pecados y los mismos pecadillos que en cualquiera. Al fin y al cabo, somos personas. —¿Y con la lujuria? ¿Qué hacemos con la lujuria? —(Ríe) ¡Pues disfrutarla! De hecho, tendríamos que sacarla también de la lista. —Pues ya hemos sacado la pereza y la gula. Acabamos de reformular la lista de los pecados capitales y se nos quedan en cuatro. —Me parece bien, yo la veo mejor así.
La actriz Natalia Verbeke vuelve a la gran pantalla este 21 de febrero con una película de José Ángel Bohollo , ' Padres ', un angustioso thriller que promete mantenernos en tensión hasta el último minuto. Es la excusa perfecta para hablar con ella sobre pecados capitales, sin preaviso. —Le perdono un pecado capital. —Podemos hablar de todos, no hay problema. Pero recuérdamelos, por favor. —Pues tenemos la lujuria, la pereza, la gula, la soberbia, la envidia, la avaricia y la ira. ¿Cuál de ellos sería su pecado capital? —Yo creo que la pereza, porque lo cometo sin ninguna culpabilidad. He aprendido a disfrutar de ella y a perdonarme el hacerlo. A descansar, no hacer nada productivo, disfrutar de lo meramente contemplativo sin sentir que estoy haciendo algo malo o que estoy perdiendo el tiempo. Y me sienta muy bien. No debería ser pecado, de hecho. —¿Sería ese también el pecado que disculpa más fácilmente en los demás? —No, creo que el que más fácilmente puedo disculpar en los demás es la soberbia, porque me puedo ver reflejada ahí. Soy un poco soberbia a veces y, si censuro eso en los otros, tendría que lapidarme a mí misma la primera. Así que, para ser sincera, debo disculpar un pecado en el que yo puedo caer en algún momento. Pero también disculpo fácilmente la gula, no te creas. —¿Por lo mismo? —Un poco sí, porque la entiendo perfectamente. Aunque en mí la disculpo menos que en los demás, excepto con el chocolate. Con el chocolate no me siento nada culpable, lo admito. Pero con el panetone en Navidad, por ejemplo, es horrible. Ahí sí me siento culpable y, aún así, soy incapaz de parar. Puedo estar comiendo y comiendo, y encontrarme mal, de no poder más, y en lugar de parar, seguir comiendo. Tampoco debería ser pecado, ahora que lo pienso. —¿Y cuál sería, entonces, el pecado que no soporta en los demás? —La avaricia, sin duda. No puedo soportar a la gente que quiere acaparar y acumular. —¿Cuál es aquel en el que no suele caer? —La ira. No caigo en ella porque no me sale. —Pues se lo iba a decir, créame. La imagen que da es la de alguien poco iracundo. Se puede decir que no engaña. —No engaño, no. Es que soy muy mala actriz. (Ríe) —¡No es verdad! Lo que quiero decir es que es usted alguien que cae muy bien. Cuesta imaginarla enfadada. Tampoco da la imagen de soberbia, aunque diga que a veces lo es. —A veces lo soy y otras veces lo parezco más de lo que lo soy realmente. Y me doy cuenta de que, en ocasiones, es por timidez más que otra cosa. Pero al escucharme en algunas contestaciones que doy, en entrevistas por ejemplo, noto que sueno algo soberbia. Pero es timidez. —¿Sería ese el pecado capital de su profesión o sería más bien la envidia? —Yo no he visto envidia en este mundillo. Solo he visto solidaridad y compañerismo, así que no es esa mi experiencia. Imagino que otra persona te podrá decir otra cosa dependiendo de la suya. Pero no creo que nuestra profesión sea diferente a cualquier otra, te encuentras los mismo pecados y los mismos pecadillos que en cualquiera. Al fin y al cabo, somos personas. —¿Y con la lujuria? ¿Qué hacemos con la lujuria? —(Ríe) ¡Pues disfrutarla! De hecho, tendríamos que sacarla también de la lista. —Pues ya hemos sacado la pereza y la gula. Acabamos de reformular la lista de los pecados capitales y se nos quedan en cuatro. —Me parece bien, yo la veo mejor así.
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