Antonio Banderas: «La gente vive muchas veces como si no se fuera a morir»

Antonio Banderas recibirá, el próximo 25 de febrero, el I Turium Connecting Excellence Award , un premio que reconoce su trayectoria internacional y su labor como embajador de nuestra cultura, creador incansable y ejemplo de inspiración. Turium, la división de turismo de excelencia de Vocento, impulsa la evolución del sector hacia un paradigma de excelencia, más sostenible y digitalizado. Tras casi cinco meses en su Teatro del Soho Caixabank en Málaga con ' Gypsy ', Banderas acaba de llegar con la producción como director a Madrid, «de gira por provincias», donde estará hasta finales de mayo. Pese a que 'Gypsy ' tiene más de 60 años, es la primera vez que se ha estrenado en España. Obra compleja y muy costosa de producir, está considerada como una de las piezas míticas de la historia del teatro musical. Cada vez que sube al escenario como director de ' Gypsy ', Banderas lo hace con las dos máscaras que representan el teatro, una que sonríe y otra que llora. Son los rostros de la comedia y el drama respectivamente, símbolos de origen griego: Talia , la musa de la comedia, la música, el canto y la alegría, y Melpomene , que es la musa de la tragedia. Los exhibe en alto y repite que en estos tiempos, «donde nada se sabe si es verdad o mentira, donde la tecnología mal utilizada, 'fake news', los anonimatos en redes y realidades inventadas, aquí, en este escenario, entre ustedes, espectadores, y nosotros, actores, está la verdad, la única posiblemente que nos va quedando». —¿Qué ha supuesto para Antonio Banderas, con casi todo conseguido, llegar con 'Gypsy' a Madrid tras cuatro meses de éxito en Málaga? —'Gypsy', para mí, era subir un peldaño más a muchos niveles. En primer lugar por la dificultad de la obra escogida; es muy compleja, aunque la historia aparentemente es una historia relativamente simple, una mujer en busca del éxito no conseguido, y que trata de realizarse a través de sus dos hijas. Ese es el tema principal, pero encierra muchísimos más subtemas: es una reflexión sobre el triunfo, sobre la patología del éxito, sobre América, sobre la sociedad actual, que vive agarrada a un éxito que viaja en tabletas que llevamos en los bolsillos, donde el selfi se ha convertido en el mayor espectáculo del mundo: vivimos en una época de narcisos completamente, y esta obra trata todos esos temas con una música maravillosa, que, ya lo he dicho por activa y por pasiva, es un pilar del teatro musical norteamericano; hubiese sido muy difícil entender obras posteriores si no hubiese existido el escalón que supone 'Gypsy'. —Es una obra que se estrena en Broadway en 1959 y llega a España en 2024. ¿Por qué? ¿Por la carestía de la producción? ¿Por la dificultad? —Dese cuenta de que en España el teatro musical empieza, de alguna forma, al revés que en Estados Unidos o Reino Unido... Me explico: con la caída de las compañías discográficas, muchos de los 'aparatos humanos' de las mismas se dedican al teatro musical, y de esta forma entran compañías muy fuertes de franquicias internacionales apoyando por detrás, y lo hacen con musicales muy modernos, la mayoría de ellos apoyados por el cine, es el caso de 'El rey león', 'Anastasia'... En fin, hay una serie de musicales que se comienzan así, pero se pierde un poco el comienzo del teatro musical norteamericano, los primeros ladrillos que se pusieron en esa construcción, en esa casa llamada Broadway, y yo lo que he tratado desde el principio, desde que abrimos el Teatro del Soho Caixabank en Málaga, es recurrir a ese teatro que no tenía, a lo mejor, una ligazón directa con el público a través de canciones conocidas, pero que al mismo tiempo me convenía hacerlo para ir educando a un público a ese tipo de manifestación escénica. Lo hicimos con 'A Chorus Line' al principio, que es una obra intelectualmente complicada, pero que sin embargo funcionó muy bien; después continuamos con 'Godspell', con una coproducción; más tarde con 'Tocando nuestra canción', del mismo compositor de 'A Chorus Line'; y finalmente atacar con esta obra de Jule Styne y Stephen Sondheim, que tras su éxito en Broadway pasó al cine con la participación de Rosalind Russell, Natalie Wood y Karl Malden en 1962 y con Bette Midler en 1993. Apostar por este musical tan mítico y complicado, que nunca había venido a España, ha sido un riesgo, pero la apuesta está mereciendo la pena... —¿Qué versión de 'Gypsy' verán en el Teatro Nuevo Apolo de Madrid? —Por su éxito, su categoría y su trascendencia, 'Gypsy' ha tenido muchas versiones, y nosotros hemos propuesto una muy específica, mucho más conceptual: no utilizamos escenarios figurativos, tratamos de sacarla de los años 30, aunque hay referencias a esa época en algunos momentos. A ver si lo explico: en el escenario hay una serie de paneles realizados expresamente para la obra por el pintor malagueño José Luis Puche y, en uno de ellos, donde hay un desierto de Arizona, hay dos lunas… Bueno, pues eso es 'Gypsy', una obra donde hay dos lunas, donde de alguna forma hemos d

Feb 19, 2025 - 05:21
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Antonio Banderas:  «La gente vive muchas veces como si no se fuera a morir»
Antonio Banderas recibirá, el próximo 25 de febrero, el I Turium Connecting Excellence Award , un premio que reconoce su trayectoria internacional y su labor como embajador de nuestra cultura, creador incansable y ejemplo de inspiración. Turium, la división de turismo de excelencia de Vocento, impulsa la evolución del sector hacia un paradigma de excelencia, más sostenible y digitalizado. Tras casi cinco meses en su Teatro del Soho Caixabank en Málaga con ' Gypsy ', Banderas acaba de llegar con la producción como director a Madrid, «de gira por provincias», donde estará hasta finales de mayo. Pese a que 'Gypsy ' tiene más de 60 años, es la primera vez que se ha estrenado en España. Obra compleja y muy costosa de producir, está considerada como una de las piezas míticas de la historia del teatro musical. Cada vez que sube al escenario como director de ' Gypsy ', Banderas lo hace con las dos máscaras que representan el teatro, una que sonríe y otra que llora. Son los rostros de la comedia y el drama respectivamente, símbolos de origen griego: Talia , la musa de la comedia, la música, el canto y la alegría, y Melpomene , que es la musa de la tragedia. Los exhibe en alto y repite que en estos tiempos, «donde nada se sabe si es verdad o mentira, donde la tecnología mal utilizada, 'fake news', los anonimatos en redes y realidades inventadas, aquí, en este escenario, entre ustedes, espectadores, y nosotros, actores, está la verdad, la única posiblemente que nos va quedando». —¿Qué ha supuesto para Antonio Banderas, con casi todo conseguido, llegar con 'Gypsy' a Madrid tras cuatro meses de éxito en Málaga? —'Gypsy', para mí, era subir un peldaño más a muchos niveles. En primer lugar por la dificultad de la obra escogida; es muy compleja, aunque la historia aparentemente es una historia relativamente simple, una mujer en busca del éxito no conseguido, y que trata de realizarse a través de sus dos hijas. Ese es el tema principal, pero encierra muchísimos más subtemas: es una reflexión sobre el triunfo, sobre la patología del éxito, sobre América, sobre la sociedad actual, que vive agarrada a un éxito que viaja en tabletas que llevamos en los bolsillos, donde el selfi se ha convertido en el mayor espectáculo del mundo: vivimos en una época de narcisos completamente, y esta obra trata todos esos temas con una música maravillosa, que, ya lo he dicho por activa y por pasiva, es un pilar del teatro musical norteamericano; hubiese sido muy difícil entender obras posteriores si no hubiese existido el escalón que supone 'Gypsy'. —Es una obra que se estrena en Broadway en 1959 y llega a España en 2024. ¿Por qué? ¿Por la carestía de la producción? ¿Por la dificultad? —Dese cuenta de que en España el teatro musical empieza, de alguna forma, al revés que en Estados Unidos o Reino Unido... Me explico: con la caída de las compañías discográficas, muchos de los 'aparatos humanos' de las mismas se dedican al teatro musical, y de esta forma entran compañías muy fuertes de franquicias internacionales apoyando por detrás, y lo hacen con musicales muy modernos, la mayoría de ellos apoyados por el cine, es el caso de 'El rey león', 'Anastasia'... En fin, hay una serie de musicales que se comienzan así, pero se pierde un poco el comienzo del teatro musical norteamericano, los primeros ladrillos que se pusieron en esa construcción, en esa casa llamada Broadway, y yo lo que he tratado desde el principio, desde que abrimos el Teatro del Soho Caixabank en Málaga, es recurrir a ese teatro que no tenía, a lo mejor, una ligazón directa con el público a través de canciones conocidas, pero que al mismo tiempo me convenía hacerlo para ir educando a un público a ese tipo de manifestación escénica. Lo hicimos con 'A Chorus Line' al principio, que es una obra intelectualmente complicada, pero que sin embargo funcionó muy bien; después continuamos con 'Godspell', con una coproducción; más tarde con 'Tocando nuestra canción', del mismo compositor de 'A Chorus Line'; y finalmente atacar con esta obra de Jule Styne y Stephen Sondheim, que tras su éxito en Broadway pasó al cine con la participación de Rosalind Russell, Natalie Wood y Karl Malden en 1962 y con Bette Midler en 1993. Apostar por este musical tan mítico y complicado, que nunca había venido a España, ha sido un riesgo, pero la apuesta está mereciendo la pena... —¿Qué versión de 'Gypsy' verán en el Teatro Nuevo Apolo de Madrid? —Por su éxito, su categoría y su trascendencia, 'Gypsy' ha tenido muchas versiones, y nosotros hemos propuesto una muy específica, mucho más conceptual: no utilizamos escenarios figurativos, tratamos de sacarla de los años 30, aunque hay referencias a esa época en algunos momentos. A ver si lo explico: en el escenario hay una serie de paneles realizados expresamente para la obra por el pintor malagueño José Luis Puche y, en uno de ellos, donde hay un desierto de Arizona, hay dos lunas… Bueno, pues eso es 'Gypsy', una obra donde hay dos lunas, donde de alguna forma hemos descontextualizado la historia para contarla desde otro punto de vista. —¿Y en qué se nota la mano de Antonio Banderas como director en 'Gypsy'? —Ser director, lo trato de explicar en el programa de mano, es coordinar muchísimos equipos. Primero hay qye tener una idea que poner sobre la mesa, porque tienes que ir con algo ya preconcebido, y después hay que tratar de convencer a todos los equipos, que tienen mucha gente, muy experta además y con talento y con creatividad, de que vayan entrando en el barco al que tú los has invitado y asuman la responsabilidad que cada uno ha de tener. Algunos tiran de las velas, otros llevan el timón, otros van mirando el viento, para que vayamos todos hacia el mismo puerto… Se trata de coordinar muchísimas energías, muchísimos esfuerzos, para llegar a un mismo punto. Yo soy muy exigente, muy detallista; me siento en el patio de butacas con un bloc de notas y voy escribiendo, apuntando los detalles, y la evolución de su estreno en Málaga al realizado en Madrid el pasado día 12 es evidente. Algo vivo como el teatro no puede ser algo estático tras más de cien representaciones. —¿Qué hubiera pensado aquel joven en 1975 llamado entonces José Antonio Domínguez, cuando escenificó la figura de San Pedro en 'Jesucristo Superstar' en una compañía aficionada en Málaga…? ¿Pensó en algún momento que hoy se llamaría Antonio Banderas, que dirigiría 'Gypsy' en su propio teatro, con su propia orquesta y que iría 'de gira' a Madrid? —No sé… Si lo hubiera hecho, que no, probablemente hubiera sido un pensamiento muy insensato, porque en aquel momento yo no tenía idea de que mi carrera se iba a desenvolver de la manera que lo ha hecho ni que iba a tener un teatro en mi tierra, Málaga, en el mismo lugar en el que, se llamaba Teatro Cine Alameda, vi películas que después se han convertido en históricas, como 'Fiebre de Sábado de Noche' y muchas más… Pero mire, ahora que lo dicee, ya entonces en aquella época interpretaba a San Pedro en 'Jesucristo Superstar', y ahí están mis comienzos teatrales en el musical, y eso lo he repetido muchas veces a lo largo de mi carrera, en entrevistas en Estados Unidos, en todas partes: mi vocación por ser actor surge al cien por cien por mi devoción hacia el teatro musical. El teatro musical fue lo que a mí me hizo saltar al abismo, por decirlo de alguna manera, ni siquiera el cine musical. Cuando aquí, a Málaga, llegó 'Godspell', en 1974, o algo más tarde 'Hair', de la mano de una compañía norteamericana 'reforzada' por actores españoles –que hoy siguen por ahí y son amigos míos–; cuando yo veía aquellos espectáculos con música en directo, me sorprendía muchísimo, y desde el principio quería saltar al otro lado de ese espejo que se proponía desde el escenario. —¿Qué significa el teatro para Antonio Banderas? —Para mí el teatro tiene mucho de espiritual; casi, casi religioso. Y esa atracción por el escenario, por ese espacio mágico donde ocurren cosas maravillosas, se acrecienta, además, con los tiempos actuales en los que la tecnología va invadiéndolo todo en nuestras vidas, y ya no sabemos qué es verdad y qué es mentira Tú vas al cine y ves algo en una pantalla pero no sabes si se ha producido o no de verdad, pero aquí en el teatro, pase lo que pase con la tecnología en el futuro, siempre habrá una persona, o dos, o treinta, contándole una historia a un grupo de personas. Eso no puede cambiar; al contrario, se revalorizará a medida que se va, de alguna forma, 'sacando' al público de otras formas artísticas, muchas de ellas sobre las que ya no se tiene el control porque la tecnología y la ciencia se ocupan prácticamente de todo. Aquí todavía existe la pureza de personas reunidas en un espacio para reflexionar, reírse, emocionarse, llorar... Se generan muchas cosas, y finalmente la que se tiene que producir es lo que nosotros en el teatro llamamos la catarsis. Para eso tienen que trabajar dos elementos: la gente que está encima del escenario y los que están en el patio de butacas. —Cuando aquel actor que empieza a despuntar canta en 'La corte de Faraón', en 'Los Reyes del Mambo', en 'Desperado', en una ceremonia de los Oscar, y el 'Fantasma de la Opera', en el Royal Albert Hall en la gala de aniversario de Lloyd Webber... En cierta manera era un grito: '¡Quiero hacer teatro musical'! ¿Me equivoco? —Sí, es verdad, pero no me decidía. Pero cuando el 25 de enero de 2017 sufrí el ataque al corazón, muchas cosas cambiaron en mi vida. Para explicarme: imagínese una piscina llena de muchas cosas, en las que las que no son importantes se hunden, y sólo quedan flotando mi familia, mi hija y mis amigos... Pues también quedaron mis pasiones primitivas, y entre ellas estaba el teatro, y muy específicamente el teatro musical. Y entonces surgió todo este proyecto del Soho, todo lo que ha ocurrido en estos años hasta llegar aquí. Surgió de un problema físico, un problema que fue una bendición, al fin y al cabo, porque me abrió los ojos y me impulsó, me dio un empujón a hacer realmente lo que quería hacer. —¿Qué se siente cuando se ve a la muerte de cerca? —Cuando uno ve la muerte de frente, como yo la vi aquel día, se da cuenta de que tiene que hacer lo que realmente quieres. Desde entonces, el éxito para mí es hacer lo que quiero hacer como quiero hacerlo y con la gente que quiero hacerlo. —¿Tuvo miedo a la muerte? —Sí, hubo un momento en aquella mañana en la que la vi muy cerca, sí. Y es muy extraño, porque piensas en cosas muy absurdas. Naturalmente se te vienen muchas cosas a la cabeza en ese momento en el que dices: «esto es un ataque al corazón, esto es lo que le pasa a mucha gente». Se te viene a la cabeza tu hija, tu familia... Se te vienen las cosas también importantes y las cosas más absurdas, como por ejemplo: he quedado para cenar esta noche y no voy a poder ir a la cita... O te preguntas mientras casi te mueres que cómo va a quedar el Málaga el domingo... Repito, en un segundo piensas en cosas absurdas. Pero también me di cuenta de que si en aquel momento me abandonaba, me iría al limbo. Muchas veces me preguntan: ¿qué es un ataque al corazón? Yo les digo que debe de haber mil diferentes; hay gente que ni sabe ni se ha dado cuenta de que ha tenido un ataque al corazón, y otros que caen fulminados, quien muere durmiendo o sentado en la butaca de un teatro. Unos lo contamos y otros, desgraciadamente, no. En ese arco hay muchos ataques al corazón. En el mío, la cosa era una sensación, para que la gente lo entienda, como cuando tienes mucho sueño, mucho sueño y ya no puedes abrir los ojos y se te caen. Pues bien, amigo, multiplica eso por cien. —¿Sus creencias le ayudaron a superarlo? Su origen andaluz, esa alegría de vivir que demuestra... —Yo no sé si fueron mis creencias. Desde luego, fueron mis ganas de seguir viviendo. Yo no quería dormirme porque me invitaba la naturaleza. Como me duerma, no me voy a despertar. Tenía como la conciencia clara de que eso iba a ocurrir. Pero lo importante no sucedió en la mañana. Sucedió en los días posteriores en los que realmente te das cuenta de lo que quieres hacer en la vida y de las cosas que son verdaderamente importantes. Fue como si alguien te pusiera unas gafas y enfocaras y dijeras esto es, esto es. Y de ahí, el sueño, el Teatro del Soho Caixabank. —Un teatro que es mucho más que una apuesta personal, es una experiencia de vida como estás diciendo… —El Teatro del Soho ha sido y es materializar un sueño y hacerlo de una manera especial, quizá con la influencia de los casi 25 años que he vivido en los Estados Unidos. Allí no existe el teatro público; todo es privado. Tú llegas a la Ópera de San Francisco, por ejemplo, y de pronto te encuentras una placa de mármol de cinco metros de altura con los nombres grabados en oro de todos los benefactores; pensé desde el principio seguir ese modelo, porque a mí me interesa más que nada la libertad, y en este proyecto no me siento coaccionado por nada haciendo lo que hago. No le estoy metiendo la mano en el bolsillo de la gente, sino que hago lo que me da la gana a mí. De alguna forma he diseñado una forma de trabajar distinta. ¿Quiere esto decir que yo no crea en el dinero público dedicado al arte? No, no es verdad. Sí que lo creo porque hay mucha gente joven y otra mucha gente que sí necesita de esas ayudas, y un público que necesita pues pagar muchísimo menos en los teatros. En este caso, puedo promocionar productos, pero los fondos no vienen a mi bolsillo sino que se meten en este proyecto. —¿Pero usted es consciente de que sorprende al público habitual? —Soy consciente de que les sorprendo e incluso de que les enfado. No al público, pero a ciertos sectores. Eso está claro. Y lo tiene claro usted también. —En el documental 'El sueño de Antonio Banderas' (elegido para el Festival de Cine de Málaga), un profundo conocedor del teatro musical internacional afirma que usted es el único capaz de hacer que Andrew Lloyd Webber, al que va la gente del espectáculo en peregrinación a visitarlo a Londres, coja un avión y vaya a Málaga a verle para hablar de proyectos con usted y de su experiencia Soho. —Sí, sí, vino aquí, se sentó por ahí, y lo que le sorprendió es una cosa que nadie hace ya ni en Broadway ni en Londres: subió al escenario casi con lágrimas de los ojos diciendo: «¡Cómo ha sonado esto!»... Y claro, había 'sonado' porque tenía 26 músicos, los mismos que tengo en 'Gypsy', y eso ya no lo hace nadie porque con ese despliegue nadie gana dinero en un teatro. Una cosa importante que se me ha olvidado decir es que este Teatro del Soho es una empresa privada sin ánimo de lucro, y si no quieres ganar dinero tienes una gran ventaja porque te puedes permitir hacer cosas que si quieres un rédito económico no puedes hacer. En nuestra orquesta hay doce elementos de cuerda entre violines, violas, violonchelos... Y si quisiera los cambiaría por un sintetizador, como hacen casi todos, por no decir todos, pero no suena igual, se lo garantizo. Un sintetizador no se llama Irene, o Davinia, o Javi… que están todas las noches ahí, tocando. Nosotros buscamos la excelencia y la calidad, que es muy difícil, porque si se obtuviera siempre sería demasiado fácil. Gracias a Dios el éxito y el fracaso forman parte de esta profesión y siempre existe un riesgo. Tú puedes garantizar, y lo garantizo, que va a sonar estupendamente, que hay unos actores de primera categoría, que voy a tener un coreógrafo de primera categoría, que me he traído al mejor alumno técnico, que es premio nacional en España, y que los pongo todos juntos y trato de llevarlos todos hacia un lugar. ¿Pero eso garantiza el éxito? No, no lo garantiza. El éxito no lo garantiza nada pero eso es una bendición porque ese propio riesgo es lo que hace que busques cómo renovar, cómo innovar una pieza que tiene más de sesenta y tantos años y que siga consiguiendo atraer el interés del público. —Más de cien personas para hacer' Gypsy'. ¿Qué bolsillo empresarial aguanta eso sin ánimo de lucro? —Ya lo he dicho en algunos programas, la compañía tiene un gasto semanal que, aunque llenemos todas las butacas de este teatro, no se puede pagar ¿Te paga el crédito del público entonces? Totalmente, claro. Y la satisfacción personal de haber hecho algo que quieres hacer. La gente muchas veces vive como si no se fuera a morir y acumula cosas como si se las fuera a llevar, como si fueran egipcios y los fueran a meter en una pirámide y volaran con todos: los perros, los gatos, con las riquezas. No, no. Todos nos vamos a morir, pero lo que yo no quiero es hacerlo con dinero en el banco, que eso es una estupidez. Yo quiero disfrutar de las cosas que me importan mucho y quiero compartirlas con mi ciudad, Málaga; con mi país, España, y quiero compartirlos con mi equipo, con la gente con la que estoy trabajando y con la gente que me importa. —¿Qué espera conseguir en el Nuevo Apolo madrileño con 'Gypsy' tras el éxito que cosechó en el Albéniz con 'Company'? —¡Pero mi centro es este, el Teatro del Soho, en calle Córdoba, en Málaga! Que la gente sepa que cuando digo que voy a Madrid voy de gira. Madrid, en el proyecto del Teatro del Soho, es 'provincias', el centro está aquí. Ha roto un mito en Andalucía de que los musicales no puedan estar en escena más de 15 días; bueno, en Andalucía y en la mayoría de las ciudades medias-grandes de España y Europa: vete a Toulouse, a Parma o a Stuttgart, a ver quién es capaz de aguantar cinco meses con una obra con el Covid. Nosotros aguantamos 'Company' llenando el teatro, teníamos una media de 615 espectadores por función durante cinco meses en una capital de provincia. Eso no había pasado nunca en la historia. —Cuando le dicen que es el actor total, ¿qué dice? —Yo qué sé, no me lo han dicho muchas veces pero bueno, si me lo dijeran lo aplaudo, digo: muy bien. —Ha hecho a menudo dos funciones al día. Después del susto de su corazón ¿no pensó en algún momento: 'estoy pisando el límite'? —Sí, sí, lo pensé. Pero es que no me voy a quedar en mi casa lloriqueando y diciendo: «no puedo salir, no puedo hacer nada». No. Yo no me quiero morir en vida. Me moriré cuando me toque. Pero no quiero estar muerto aquí todo el día pensando que me voy a caer aquí en esta esquina. Durante los ensayos de 'A Chorus Line' tuve que viajar cuatro veces a Estados Unidos porque coincidió con las nominaciones al Oscar de 'Dolor y Gloria'; se me juntó todo. Gané el premio al mejor actor europeo, el Festival de Cannes y parece que acaricié el Oscar... Iba y venía. Ensayabaen Málaga. Y ahora a Estados Unidos. Y ahora a Francia. Y ahora… Pues claro que sí lo pensé... Vale, ¿y qué?