¿”Masculinidad frágil” es el nuevo “nenaza”?
Se ha dejado de decir “nenaza” y ahora se dice “masculinidad frágil”. Hemos ganado sílabas. Los niños, cuando entonces, cuando ahora, utilizaban “nenaza” para señalar al compañerito que no quería romper los cristales a pedradas, saltar desde lo alto de los árboles o, ya con carné, conducir a 170. Nenaza es aumentativo de “nena”, y el diccionario lo describe con la falta de fuelle habitual en los diccionarios: “Varón afeminado y cobarde”. La entrada ¿”Masculinidad frágil” es el nuevo “nenaza”? aparece primero en Zenda.

Se ha dejado de decir “nenaza” y ahora se dice “masculinidad frágil”. Hemos ganado sílabas. Los niños, cuando entonces, cuando ahora, utilizaban “nenaza” para señalar al compañerito que no quería romper los cristales a pedradas, saltar desde lo alto de los árboles o, ya con carné, conducir a 170. Nenaza es aumentativo de “nena”, y el diccionario lo describe con la falta de fuelle habitual en los diccionarios: “Varón afeminado y cobarde”.
Quiere decirse que nenaza, por sobre todas las cosas, era (es) un cuestionamiento social de la masculinidad, un no-ser-hombre (ni nada, ya decimos) que genera exclusión y rabia, la rabia habitual de la marginalidad.
Ahora, después de un año o dos escuchando lo de “masculinidad frágil”, he concluido que no significa algo muy distinto de nenaza. Masculinidad frágil no mejora a nenaza, pero vuelve el oprobio inmaculado, al reincorporarlo al curso común. Ya no insultas, ya no ofendes con crueldad, te limitas, al motejar a un hombre de venir marcado por la masculinidad frágil, a sumarte a una corriente mayoritaria (oficial, diríamos) de degradación del otro. Y, si es oficial, la participación deviene impune, como cuando llamar “gorda” a una mujer o “enano” a un hombre así medido parecía socialización reglamentaria.
Sin embargo, debido quizá a la complejidad del marchamo (dos palabras), “masculinidad frágil” va ramificándose y abarcando un amplio catálogo de vituperación. Hace poco, un ministro (parece que la escena era falsa, pero eso da igual para lo que nos ocupa), un ministro, digo, nada menos, tuiteó su burla hacia un rival político que se ponía de puntillas en una foto para disimular que era más bajo que la mujer junto a la que le tocaba retratarse. Ahí vemos que “masculinidad frágil” colinda con “acomplejado”. El ministro decía “acomplejado”, en efecto, y los comentarios a su tuit coreaban “masculinidad frágil”. Otras veces, subrayarse demasiado evidentemente hombre (lucir músculos) se considera masculinidad frágil. Pero también un periodista apunta que Elon Musk es un ejemplo insuperable de masculinidad frágil (Elon es asperger, el hombre más rico del mundo: aquí percibimos la gratuidad de la mofa; simplemente me caes mal). Para recomendar una película de heroínas violentas, una tuitera dice que ese filme no gustará “ni a incels ni a hombres de masculinidad frágil”. Esta afirmación viene a equiparar incels y fragilidad masculina.
Un lío. Sobre todo si miramos hacia otro lado del espectro moral y observamos la “nueva masculinidad”, que si de algo hace gala, si algo pondera, es la fragilidad, ser capaz de mostrarse vulnerable. De este modo, un hombre de izquierdas o que se haga pasar por progresista será un hombre sensible si reconoce que tiene un problema con el alcohol o con su propio físico, pero si el hombre que reconoce estas manías corrosivas es de derechas o conservador o rival, entonces estaríamos hablando de masculinidad frágil. Es algo así, entiendo.
Los tres mil hombres que se suicidan cada año no sé si son masculinidad frágil, ahí tengo dudas. Habría que mirar qué votan.
Leo en un tuit de una febril líder del feminismo la afirmación: “La masculinidad es frágil”. Aquí avanzamos, en cierta manera, al comprender que toda la masculinidad, sea como sea, es, en definitiva, ridícula. Curiosamente, todo ser humano es frágil, toda vida concede amplios espacios a la duda, la pena, la depresión y el pesar. Este “la masculinidad es frágil” viene a sustituir entonces a “el sexo débil”. Se trata de un cliclé socialmente aceptado hasta nueva orden. Progreso.
Filmin me manda un correo comercial sobre una película que estrenan. Es la historia de dos hombres que de pronto se ven sexualmente atraídos (sólo conozco la sinopsis) por otros hombres, cuando nunca habían sentido esa inclinación. Parece una historia interesante. Filmin califica esta historia como “complejitos masculinos con la homosexualidad”. Resulta siniestro ese diminutivo.
En el propio Filmin, puede verse la película Otra ronda, que la plataforma describe como “una reflexión sobre la masculinidad en crisis”. Trata de varios hombres que, la verdad (ésta sí la he visto), se divierten bastante ellos solos y cometen la gamberrada de beber a diario un chupito de alcohol, en la creencia de que ese complemento euforizante mejorará sus vidas. Pero Filmin, erre que erre con la dispensa oficial respecto de la androfobia, introduce pullas generalizadoras a la menor ocasión. Así, Casablanca va de masculinidad frágil, también, si lo deseas; y Ben-Hur; y, sobre todo, Rambo III.
Me di de baja de Filmin y me hice de Movistar, lo que denota mi frágil masculinidad; también me di de baja de Max y me di de alta en Disney+: más masculinidad fragilenta. De hecho, darse de baja en Disney+ para suscribirse a Max también sería masculinidad frágil, si lo piensas bien. Nunca he pagado por Netflix, debido a mi frágil masculinidad.
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