Un chaletazo de lujo, catering de asado argentino de primera, bandas tocando en un escenario montado en la isla de una piscina gigante, drones sobrevolando la fiesta, cerveza, vino y chicha a mansalva... El sarao que los Ratones Paranoicos montaron el sábado pasado en Las Rozas para celebrar el arranque de su gira de despedida en España fue como un viaje a los tiempos más glamurosos de la industria, un pistoletazo de salida con el punto justo de obscenidad rockstar para cerrar una carrera con tanto desparrame que daría para un biopic de dos rombos. Fue, también, un «porque yo lo valgo» bien merecido después de sobrevivir a cuarenta años dándole duro a eso del rock'n'roll . «Llega un momento...
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