Comer, beber… y amar Colchagua

Es época de vendimias en el hemisferio sur, y por este rincón del planeta, el calendario elaborado por Enoturismo Chile de Corfo suma, hasta mayo, más de 30 fiestas a lo largo de todo el país. Entre ellas, una de las que posee más larga data e impacto es la fiesta de la vendimia del […] The post Comer, beber… y amar Colchagua appeared first on 7 Caníbales.

Mar 7, 2025 - 12:51
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Comer, beber… y amar Colchagua

Es época de vendimias en el hemisferio sur, y por este rincón del planeta, el calendario elaborado por Enoturismo Chile de Corfo suma, hasta mayo, más de 30 fiestas a lo largo de todo el país. Entre ellas, una de las que posee más larga data e impacto es la fiesta de la vendimia del Valle del Colchagua. Se realiza cada año, desde 2001, a inicios de marzo en la plaza principal de la localidad de Santa Cruz, su centro neurálgico. Este año no será la excepción, y sus 29 bodegas abiertas a público tienen organizadas actividades especiales para recibir a los miles de visitantes que llegarán incluso de más allá de nuestras fronteras.  

 

Parte del gran plan alrededor de la Fiesta de la Vendimia 2025, es que del 7 al 9 de marzo se cerrarán las calles alrededor de plaza de Santa Cruz, y las viñas de la Ruta del Vino de Colchagua e invitadas, tendrán sus stands para ofrecer degustaciones. Alrededor de ellas, habrá los más diversos puestos de comida, productos locales, artesanía, música, elección de reinas y competencia de pisada de uvas. Para los que buscan más tranquilidad, está todo el resto del año. 

 

Si no quieren perderse entre tantas alternativas a tan solo una hora y 40 minutos al sur de Santiago, o si simplemente buscan elegir el mejor lugar para no hacer más que disfrutar del paisaje, les compartimos nuestro listado de imperdibles. 

 

El valle y sus protagonistas

 

Era 1996 y un pequeño grupo de viñateros del Valle del Colchagua, con más o menos experiencia en el arte de hacer vinos y venderlos, empezaban a hacer ruido con viñedos y bodegas propios, nacidos con la aspiración de producir vinos de calidad en lugar de buscar volumen como era la tónica. Entonces, recién dejaban a un lado los grandes toneles de raulí (que todavía se pueden ver en las más antiguas bodegas como testimonios del pasado) y comenzaban a reemplazarlos por depósitos de acero inoxidable con control de temperatura. Las barricas de roble francés apenas comenzaban a verse y eran un lujo de pocos. Las llamadas viñas boutique, en su afán porque las fueran a visitar, crearon la primera Ruta del Vino de Chile. Antes, eso sí, consiguieron un fondo regional de innovación para ir a ver qué estaban haciendo sus pares en Napa, California, el gran referente del Nuevo Mundo en enoturismo.  

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La impresionante sala de barricas de Clos Apalta, considerada una de las 25 mejores bodegas del mundo.

Aquel viaje al futuro les abrió los ojos para entender que lo primero que debían tener en sus instalaciones eran baños exclusivos para las visitas. Lo segundo, una linda tienda de vinos, y lo tercero, organizar algún tour entretenido. Los hoteles y restaurantes no eran aún parte del gran sueño.  Desde entonces han pasado casi tres décadas, y el valle ha sido reconocido en varias ocasiones como destino Enoturístico del año. El más reciente fue el de “Destino Emergente en Enoturismo del Mundo» por la Conferencia Internacional de Turismo Gastronómico (FIDEGA). 

 

Vinos para todos los gustos

 

En estos 30 años el valle se ha expandido en el estilo de sus vinos, dejando atrás el monopolio de las cepas tintas de Burdeos como cabernet, merlot y carmenere, plantadas en las partes planas y más fértiles del valle. Hoy, los viñedos han trepado las laderas, y han sumado nuevas variedades, las mediterráneas, conocidas por ser más propias de climas cálidos y soleados como éste. En dirección al mar, buscando mejores terruños para cepas de clima frío, han nacido viñedos costeros. Mientras, los de cepas fundacionales como país y semillón, ya centenarios, viven un nuevo despertar.  El acero inoxidable ya no es rey, ni tampoco las barricas de madera: han reaparecido las tinajas de greda y nacido aún más pequeños viñateros enfocados en hacer vinos lo más naturalmente posible, a partir de viñedos manejados con agricultura orgánica y/o biodinámica. En resumen:  pocos valles en Chile pueden decir, como Colchagua hoy, que poseen viñedos de mar a cordillera, y con una variedad en sus hacedores y el estilo de sus vinos infinita.

 

La puerta de entrada

 

Lo más cerca de la Ruta 5 Sur, y en las mismas faldas de la Cordillera de los Andes, Viña Koyle, el nuevo proyecto de la tradicional familia vinera Undurraga, les dará la primera vista impresionante al amplio valle que se abre camino hasta el mar. La visita, con mucha información técnica si gustan, incluye inmersión en la biodinámica con sus viñedos como ejemplo, y una degustación de sus vinos desde las alturas. Más información y reservas en el link https://koyle.cl/tour-wine-experience/ 

Si buscan aventuras mucho más extremas, muy cerca de donde fueron encontrados los uruguayos que cayeron entre sus montañas más de 50 años atrás, Glaciares de Colchagua se las dará. Restar allí, rodeados de montañas tan altas y a inmensa altura, ya cuenta. 

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Las fiestas al atardecer en la bodega Maturana Wines han ganado justa fama, y permiten disfrutar de un paisaje privilegiado degustando vinos magníficos.

Ahora, cruzando la Ruta 5 Sur en dirección a la costa, los hermanos José Ignacio (el enólogo) y Sebastián (el cocinero y bueno para los números), les esperan en su bodega Maturana Winery, donde podrán probar todo su portafolio de vinos. El  ambiente es insuperable. En el campo, rodeado de ríos. Atentos a sus fiestas al atardecer, en apenas un año se han convertido en imperdibles. Para pasar la noche antes de seguir camino, el Hotel Santa Teresita a la entrada de San Fernando es una práctica y acogedora opción. Más glamour con historia, encontrarán en el precioso y también cercano hotel de Viña Casa Silva.

 

La Herradura dorada de Apalta 

 

A 40 minutos de San Fernando, en dirección a la costa, se encontrarán con el puente que lleva al subvalle de Apalta, la llamada Herradura dorada, donde nacen los vinos más prestigiosos de Colchagua. Con su propia D.O. desde el 2018, es el sector donde se encuentran las bodegas colchagüinas de mayor fama internacional. Entre ellas, Clos Apalta, con sus residencias de lujo, parte de la asociación Relais & Chateau. Cada una está integrada cuidadosamente en el bosque nativo con vistas tan extraordinarias como la gastronomía y el servicio que se ofrecen en la residencia familiar, punto de encuentro para todos sus visitantes. Un tour por la bodega en forma de muela clavada en la montaña y la degustación de sus vinos, es obligación, y pueden hacerlo sin necesidad de pasar la noche en las residencias. 

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Almuerzo en el restaurante Fuegos de Apalba by Francis Mallmann, en la bodega Viña Montes.

Avanzando en la ruta, se encontrarán con la bodega de Viña Montes, rodeada de fuentes de agua, siguiendo los lineamientos del fen shui. En su interior, podrán recorrer la bodega y conocer la sala de barricas donde sus vinos de alta gama se crían al compás de cantos gregorianos; aunque no lo crean, las 24 horas al día. Imperdible aquí además es almorzar en el restaurante Fuegos de Apalta, con la sazón de Francis Mallmann en maridaje con vinos de la casa y bodegas vecinas. Su carta en constante evolución incluye carnes rojas —la debilidad del chef— y todo lo que gane sabor al fuego, incluyendo ñoquis de papas o coliflores. Aquí los productos de la huerta son las verdaderas estrellas y las alternativas para degustar los íconos de Montes en añadas históricas, no tienen límites. Dato extra: su casa de hospedaje en las laderas, puede reservarse a través de Airb&b.

 

La siguiente parada, en el mismo orden del camino será Neyén de Apalta, una bodega que desde 2016 es parte del grupo español Gonzales Byass, que mezcla en su arquitectura conceptos tan contradictorios como las tejas coloniales y el brutalismo. No pueden perderse su jardín de hierbas aromáticas y una caminata entre sus viñedos centenarios manejados sin productos químicos. Su casona de gruesos muros de adobe invita a resguardarse del calor a cualquier hora del día, pagando solo el precio de una copa de vino.

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El asombroso mirador de Viña Ventisquero permite disfrutar de unas puestas de sol inolvidables maridadas con excelentes vinos.

La última parada del camino puede ser el mirador de Viña Ventisquero, donde los esperan para la puesta del sol de martes a sábado. La vista en las alturas con la luz de la hora mágica, no tiene precio; una degustación allí de sus vinos de alta gama, sí. Dato extra: los acompañan con música los viernes y sábados de marzo

 

Atendidos por los dueños en Apalta

 

Lejos del glamour y fama internacional de sus vecinos, en Apalta hijos de productores de uva que han dado el salto para hacer sus propios vinos, estarán felices de contarles sus historias de éxito. En RC Viñedos, René Cabello hijo los recibirá en su pequeña sala de barricas, climatizada con aire acondicionado; un oasis para degustar especialmente vinos tintos en verano. Si insisten, los llevará hasta sus viñedos centenarios, tesoros de malbec, cabernet y semillón. Esta es una parada imperdible para comprar pequeños grandes vinos de Apalta.

 

Su vecina, Leticia Ortiz y familia, dueños de la pequeña viña familiar Kuriman, organizan cada año un día de cosecha en sus viñedos. Les aseguro que será inolvidable. Además organizan tours guiados, degustación de vinos y masajes. Todo, previa reserva al WhatsApp +56994371845.

 

El Silo de Apalta es la nueva estrella culinaria de Colchagua. En su carta siempre cambiante, no falta la plateada de vacuno, el cordero, ni las empanadas de pino cocidas en horno de barro.  Los vinos de René Cabello tienen aquí exclusividad porque les dio la mano desde que dieron el salto para llegar a ser el restaurante que es hoy. Por cierto, con la mejor relación precio/calidad del valle. Ojo, porque abren solo de viernes a domingo. 

 

Camino a Santa Cruz

 

Volviendo a la carretera central y en dirección al mar, en el sector de Cunaco, imperdible será visitar la viña ViuManent, una de aquellas pioneras que comenzó ofreciendo modestamente un tour en carruaje por sus viñedos. Hoy, además de una cuidada tienda de artesanías locales, tienda de vinos, cafetería, club ecuestre y restaurante Rayela (dirigido por una brillante aprendiz de Fuegos de Apalta)  posee entre sus viñedos el Vivo Lodge, con ocho lofts para dos personas. El dato más importante para adultos es que no reciben niños ni mascotas. Los espacios comunes incluyen piscina y hot tub. Y hay tinas individuales en la terraza de cada habitación, para los más osados. 

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Food & Wine Studio, la apuesta gastronómica más aplaudida del valle, ofrece cocina fresca con productos locales.

Dentro de la misma viña, y en una de sus casas que antes fueron de inquilinos, está Food and Wine Studio, la apuesta gastronómica más aplaudida del valle. La reconocida chef Pilar Rodríguez está al mando de su cocina, y es quien comenzó a cocinar con productos locales pensando en los vinos del valle hace más de 20 años. Con una pacífica vista a los viñedos y su higuera centenaria, Pilar y familia ofrecen almuerzos a la carta de jueves a sábado. Las cenas, de miércoles a sábado incluyen un menú de seis tiempos.

 

Santa Cruz, el epicentro

 

Llegados a Santa Cruz, nunca tan antiguo como su Club Social, pero sí más lejos, está el Boulevard de la Viña, un espacio —como dice su nombre— al aire libre, donde se dan cita una variada oferta gastronómica y públicos diversos en edades. Desde cocina peruana, en La Casita de Barreales, pasando por fusión peruana-chilena en Toromata, y las hamburguesas de Burger Beats.  

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La oferta de alojamientos en Colchagua es variada y permite estancias de disfrute de la naturaleza y la arquitectura local, como en el caso de la Casona de Viña Neyen, en la imagen.

Caminado desde la plaza de Santa Cruz, también podemos llegar hasta el Museo Colchagua. Sin duda, uno de los mejores de Chile en cuanto a recopilación de objetos relacionado con nuestra historia; desde sus primeros habitantes 18.00 años atrás. Para la visita, calculen al menos un par de horas. Si el día está nublado, el mejor panorama será desayunar tipo buffet en el hotel Santa Cruz (a solos pasos del museo) por un precio más que conveniente, y seguir la mañana en el museo. 

 

Fuera del radar

 

Oculta, distante de los caminos principales, y con un muy curioso pasado que sus dueños han sabido rescatar,  Viña Escondida está esperando a que la descubran muy cerca de Placilla. Sus alternativas para ir a visitarlos están al alcance de todos los bolsillos, igual que sus vinos. Su restaurante con cocina chilena abre sábados y domingos desde la 12:00 horas. Reservas: +56958188352. 

 

Ya les hemos contado en 7Canibales sobre Laurance Real, la enóloga francesa detrás de L’Entremetteuse, un proyecto que junto a su marido, busca eso, entremeterse entre los viñedos del valle para seleccionar lo que considera más interesante y hacer vinos bajo la filosofía de ser lo más natural e innovador posible. En su pequeña bodega, en el sector de Ránquil (Valle de los Artistas), ofrecen visitas, degustaciones y almuerzos, y junto a su vino, comparten su filosofía. 

 

Museos del vino y del automóvil

 

Dentro de la Viña Santa Cruz, conocida por su teleférico y su ruca (casa tradicional mapuche) en lo más alto de sus viñedos, están los Museos del Vino y del Automóvil. Dos paseos muy bien montados y cuidados, que nos llevarán muy atrás en la  historia, especialmente en la del vino y su vínculo con la humanidad. La visita los conducirá inevitablemente cerca del pueblito de Lolol, otro tesoro de la arquitectura de la región que ha sido remodelalo con mucho cariño y bien vale una visita a pie. 

 

Camino a la costa

 

Viña Estampa, una de las más modernas e innovadoras dentro del valle, tiene una cafetería a solo dos pasos, con productos libres de gluten, incluyendo pizzas y sándwiches (vienen de Café delMolli, empresa del mismo dueño). Está bajo la sombra y justo arriba de un caudaloso estero. Un rincón ideal para refrescarse en las tardes de verano o partir el día con un buen desayuno. Está abierta de lunes a sábado de 10:00 a 18:00, sábado de 11:00. En la misma viña han organizado degustaciones bien diversas, con y sin tours guiados por la bodega. También tendrán actividades especiales al atardecer hasta finales de abril

 

En el mismo sector, en Placilla (calle Carranza 971, a un costado de la plaza), no pueden dejar de pasar por la tienda de la Cabrita Alegre, una quesería centrada en quesos y productos lácteos de cabra. Tienen cosas saladas y dulces tan ricas que ya tienen otra tienda en Santiago.

 

Siguiendo camino a la costa se encontrarán el pueblo de Peralillo, levantado desde los escombros después del terremoto del 2010. Muy cerca está la pequeña Viña Encierra, que se puede visitar en bicicleta hasta lo más alto de sus viñedos antes de que empiece a pegar el sol. En su mirador hay un jardín del Edén espectacular, con flora nativa y mucha sombra, ideal para quedarse disfrutando de un picnic o una copa de vinosa. 

 

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El precioso jardín de Camino Mar, con su parrón en primer término.

 

En el sector de Isla de Yáquil, la Viña Maquis los espera con su casona recién restaurada, la que cada fin de semana recibe como expositores productores y artesanos locales. Su más reciente apuesta entre las experiencias de enoturismo, consiste en recorrer en kayak uno de los dos esteros más importante del valle. El recorrido largo dura dos horas e incluye degustación de vinos. 

 

Muy cerca de allí, La Viña MontGras, con una preciosa casa colonial del siglo XX, tiene entre sus tours la experiencia de hacer tu propio vino. Aprenderás el arte de mezclar vinos de diferentes variedades, como si fueras todo un enólogo. Y durante la época de vendimia se ofrece la experiencia de cosechar uvas.

 

Santa Ana, república independiente

 

La última parada dentro de una visita a Colchagua debe ser en este sector poco conocido pero que los últimos años ha ido creando su propio mundo. En su mayoría, sus miembros proceden de los más diversos orígenes:  Bolivia, Colombia, Estados Unidos, Italia, Inglaterra, Malasia… Llegaron en busca de un lugar para descansar y encontraron una pasión que los atrapó a tal punto, que ya tienen viñedos y bodega y están haciendo sus propios vinos. Una gran oportunidad de conocer a gran parte de ellos, son sus eventos llamados Casa Abierta (el próximo será el 18 de marzo), en los cuales abren sus puertas para que podamos visitarlos a nuestro ritmo, todo en un mismo día. De ellos, el primero en tener bodega y bed and breakfast con piscina y todo, fue la Despensa Boutique. Un desayuno bajo su parrón, es de las cosas que hay que saborear en la vida. Antes, tal vez se fue formando Clos Canta Ana, casona y bodega, con una colección de arte admirable, y que podemos conocer junto a sus vinos. Luego, llegaron los dueños de la CaminoMar, quienes convirtieron su casa, demasiado grande, en un hospedaje tan acogedor y elegante, que dan ganas de quedarse a vivir. Detrás de ellos,  La Sirca, que partió con una bodega chica, casi de juguete, y creció tanto que hoy es la más grande del barrio, con centro de eventos, tienda y varias cabañas para alojar alrededor de su tranque.  

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La Ruta del Vino de Colchagua es una de las más completas, variadas y famosas de Chile, y merece la visita en cualquier época del año.

De vista en el mismo barrio, traten de visitar la hurta El Borde, un proyecto de Tamara Bogolasky, donde cultivan orgánicamente las más diversas hortalizas. Recorrerán el viñedo y degustarán su cosecha. Contactar a través de su cuenta IG

 

Muy cerca de allí, atentos al molino de viento que les avisa dónde queda IVVO (en dirección a la costa). Sus siglas son las de Incubadora de Innovación por el vino y la Oliva. Como sugiere, en su moderno espacio, se hacen vinos y aceites de oliva. También ofrecen catas dirigidas para saber de su apreciación sensorial. En este mismo terreno, está el Café del Molli original; se encuentra en un espacio destinado a la venta de tejidos hechos a mano con lana merino. Es un espacio luminoso, cálido, donde sus tejedoras aprenden y comparten conocimientos.  Abierto solo miércoles y viernes de 10 a 14:00 horas. 

 

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