Albert Serra: «El 90 por ciento de los directores son unos inútiles y la IA lo hará mejor»
Cuando Albert Serra era un joven aficionado al arte, «un mundo que ahora desprecio completamente», cada año visitaba la exposición que Antoni Tàpies realizaba con obra nueva en la galería de su hijo. «Siempre pasaba lo mismo, había dos o tres piezas que eran extraordinarias, pero el resto, bueno, pues no. Y siempre abrían con una obra gráfica muy llamativa para llamar la atención», recuerda. De todo lo que veía en aquellas exposiciones, se le quedó en la memoria las palabras que de vez en cuando colocaba dentro de esas obras. Y la sensación que su obra gráfica no daba para mucho, pero creaba los mejores carteles del mundo. «Es el mejor cartelista de la historia del arte», afirma si ironía. A partir de estos mimbres, el cineasta estrenó ayer en la Filmoteca de Catalunya 'Fe sense obres morta és' , un impactante mediometraje en que trata de poner en imágenes en movimiento los cimientos de lo que era Tàpies como artista. Encargo de la Fundación Tàpies, que todavía arrastra los fastos del centenario del artista, la pieza es un «mirada irónica, casi una burla», del universo Tàpies. «Me dijeron que tenía toda la libertad para hacer lo que quisiera, pero que si tenía algo que ver con Tàpies mejor. Y eso hice», reconoce el director. La película es una obra experimental dividida en siete capítulos , bajo un ambiguo trasfondo narrativo con un centurión romano y sus dudas, amores, traiciones, vilezas y hasta un suicidio con cuchillo a lo harakiri al grito de «¡Visca Catalunya!». «El lenguaje del arte abstracto y el cine, con imágenes en movimiento, no concuerdan, no se llevan bien, así que no tenía ni idea de lo que podía hacer. Lo único que puedes hacer es aproximarte con cierta ironía, incluso burla a la obra de Tàpies y recuperar así cierta inocencia y honestidad en las imágenes», explica Serra. La música, de Marc Verdaguer, juega un papel principal en una cinta sin narrativa clara, salvo las palabras de Tàpies, intercalas en las imágenes como subtítulos, todas ellas sacadas de los cuadros mismos del pintor. «Puede que fuera un gran escritor, pero sus diarios o ensayos no me interesan lo más mínimo. Estas palabras, en cambio, a veces graves, a veces estúpidas, si me permitían jugar y contener la historia», asegura el director. Como ya hiciera con diferentes piezas para el Macba, la Bienal de Venecia o el Reina Sofía, estas películas le sirven para intentar nuevos enfoques fílmicos para luego incorporar matizados a sus películas largas de ficción. «Claro, y aquí con más motivo, porque a pesar de lo matérico y la gravedad de las grandes obras de Tàpies, también tiene una sensación de juego en muchas piezas, sobre todo gráficas, y por ahí es por donde nos hemos acercado a su universo», señala el cineasta. La obra incluye juegos de luz, enfoques y desenfoques constantes, puntos de cámara no naturales y hasta un capítulo de planos psicodélicos contrapuestos a lo '2001 Odisea en el espacio'. «Una de mis máximas influencias es 'Vampir, Cuadecuc', de Pere Portabella . Allí ocultaba la cámara a los actores y los filmaba desde ángulos extraños. Si los hubiese filmado normal, todo el mundo hubiese visto lo malos actores que eran y la película sería horrorosa. Pero así capta la vida tal como sucede. Nosotros hemos hecho lo mismo», afirma Serra. La obra puede parecer a veces demasiado ligera y la ironía que desprende hasta incluso irrespetuosa hacia Tàpies. «Cuando hicimos nuestra versión de 'Los nombres de Cristo', de Fray Luis de León se publicó una crítica en que decía: Quita tus sucias manos de Fray Luis. Pero hay que entender que has de reducir la obra de Tàpies a imágenes en movimiento y la única forma de hacerlo con honestidad era con burla», sentencia. El cineasta no filma una idea preconcebida , que luego da vida, sino que intenta trabajar desde cero con las imágenes y todos sus recursos, la música, el montaje, la iluminación, la paleta de colores hasta que toda esa información se acumule y dé con el sentido último de la película. «Imaginación, por favor, imaginación. Esto la gente no lo hace, se limita a ilustrar ideas, y se pierde toda originalidad. El 90 por ciento de los directores son unos inútiles y sólo repiten y repiten lo mismo», asegura Serra. Ante la llegada de la Inteligencia Artificial, Serra tiene claro que al menos se harán mejores películas que ahora. «Yo ya no voy al cine, para qué. Lo único que hacen estos inútiles es copiar lo que ya se ha hecho antes e ilustrar sus ideas. Yo no tengo ideas, yo trabajo, yo imagino. La IA lo hará mucho mejor porque copiará mucho mejor. Tiene acceso a muchísimos más referentes que estos cineastas idiotas», afirma con rotundidad. Albert Serra estuvo presente durante la proyección de la película. «Sólo dura 52 minutos , así que no será para tanto». No se mueve mucho en su butaca y no, no lleva sus tradicionales gafas de sol durante la proyección. Lo que sí es cierto es que una vez acabado no tardó ni un segundo en levantarse y correr a la pantalla para poder explicar su
Cuando Albert Serra era un joven aficionado al arte, «un mundo que ahora desprecio completamente», cada año visitaba la exposición que Antoni Tàpies realizaba con obra nueva en la galería de su hijo. «Siempre pasaba lo mismo, había dos o tres piezas que eran extraordinarias, pero el resto, bueno, pues no. Y siempre abrían con una obra gráfica muy llamativa para llamar la atención», recuerda. De todo lo que veía en aquellas exposiciones, se le quedó en la memoria las palabras que de vez en cuando colocaba dentro de esas obras. Y la sensación que su obra gráfica no daba para mucho, pero creaba los mejores carteles del mundo. «Es el mejor cartelista de la historia del arte», afirma si ironía. A partir de estos mimbres, el cineasta estrenó ayer en la Filmoteca de Catalunya 'Fe sense obres morta és' , un impactante mediometraje en que trata de poner en imágenes en movimiento los cimientos de lo que era Tàpies como artista. Encargo de la Fundación Tàpies, que todavía arrastra los fastos del centenario del artista, la pieza es un «mirada irónica, casi una burla», del universo Tàpies. «Me dijeron que tenía toda la libertad para hacer lo que quisiera, pero que si tenía algo que ver con Tàpies mejor. Y eso hice», reconoce el director. La película es una obra experimental dividida en siete capítulos , bajo un ambiguo trasfondo narrativo con un centurión romano y sus dudas, amores, traiciones, vilezas y hasta un suicidio con cuchillo a lo harakiri al grito de «¡Visca Catalunya!». «El lenguaje del arte abstracto y el cine, con imágenes en movimiento, no concuerdan, no se llevan bien, así que no tenía ni idea de lo que podía hacer. Lo único que puedes hacer es aproximarte con cierta ironía, incluso burla a la obra de Tàpies y recuperar así cierta inocencia y honestidad en las imágenes», explica Serra. La música, de Marc Verdaguer, juega un papel principal en una cinta sin narrativa clara, salvo las palabras de Tàpies, intercalas en las imágenes como subtítulos, todas ellas sacadas de los cuadros mismos del pintor. «Puede que fuera un gran escritor, pero sus diarios o ensayos no me interesan lo más mínimo. Estas palabras, en cambio, a veces graves, a veces estúpidas, si me permitían jugar y contener la historia», asegura el director. Como ya hiciera con diferentes piezas para el Macba, la Bienal de Venecia o el Reina Sofía, estas películas le sirven para intentar nuevos enfoques fílmicos para luego incorporar matizados a sus películas largas de ficción. «Claro, y aquí con más motivo, porque a pesar de lo matérico y la gravedad de las grandes obras de Tàpies, también tiene una sensación de juego en muchas piezas, sobre todo gráficas, y por ahí es por donde nos hemos acercado a su universo», señala el cineasta. La obra incluye juegos de luz, enfoques y desenfoques constantes, puntos de cámara no naturales y hasta un capítulo de planos psicodélicos contrapuestos a lo '2001 Odisea en el espacio'. «Una de mis máximas influencias es 'Vampir, Cuadecuc', de Pere Portabella . Allí ocultaba la cámara a los actores y los filmaba desde ángulos extraños. Si los hubiese filmado normal, todo el mundo hubiese visto lo malos actores que eran y la película sería horrorosa. Pero así capta la vida tal como sucede. Nosotros hemos hecho lo mismo», afirma Serra. La obra puede parecer a veces demasiado ligera y la ironía que desprende hasta incluso irrespetuosa hacia Tàpies. «Cuando hicimos nuestra versión de 'Los nombres de Cristo', de Fray Luis de León se publicó una crítica en que decía: Quita tus sucias manos de Fray Luis. Pero hay que entender que has de reducir la obra de Tàpies a imágenes en movimiento y la única forma de hacerlo con honestidad era con burla», sentencia. El cineasta no filma una idea preconcebida , que luego da vida, sino que intenta trabajar desde cero con las imágenes y todos sus recursos, la música, el montaje, la iluminación, la paleta de colores hasta que toda esa información se acumule y dé con el sentido último de la película. «Imaginación, por favor, imaginación. Esto la gente no lo hace, se limita a ilustrar ideas, y se pierde toda originalidad. El 90 por ciento de los directores son unos inútiles y sólo repiten y repiten lo mismo», asegura Serra. Ante la llegada de la Inteligencia Artificial, Serra tiene claro que al menos se harán mejores películas que ahora. «Yo ya no voy al cine, para qué. Lo único que hacen estos inútiles es copiar lo que ya se ha hecho antes e ilustrar sus ideas. Yo no tengo ideas, yo trabajo, yo imagino. La IA lo hará mucho mejor porque copiará mucho mejor. Tiene acceso a muchísimos más referentes que estos cineastas idiotas», afirma con rotundidad. Albert Serra estuvo presente durante la proyección de la película. «Sólo dura 52 minutos , así que no será para tanto». No se mueve mucho en su butaca y no, no lleva sus tradicionales gafas de sol durante la proyección. Lo que sí es cierto es que una vez acabado no tardó ni un segundo en levantarse y correr a la pantalla para poder explicar su obra. «Soy como un director de orquesta que va recopilando sonidos hasta que consigue música. Yo recopilo la música, el montaje, los planos, la iluminación, la cámara y así sale la película», concluye.
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