¿Por qué es tan difícil liderar?
En el mundo laboral, nada es tan valioso como tener un buen jefe. Sin embargo, encontrarse con malos líderes es bastante sencillo. Demasiado 'micomanagement' y la falta de confianza lastran el día a día. La entrada ¿Por qué es tan difícil liderar? se publicó primero en Ethic.

Tener un gran jefe es uno de los factores soñados en el mundo laboral. Si se le preguntara a la plantilla, seguramente indicaría que eso es lo que le gustaría tener cuando carecen de uno y lo que más valoran cuando sí lo tienen. En las empresas, que haya buenos líderes es crucial, una clave para lograr datos positivos.
Como recuerda un análisis de Deloitte, «los buenos gestores son críticos para mantener a los equipos comprometidos y prosperando». Hacerlo mal tiene costes. Por un lado, está el coste que asume la empresa, puesto que el mal liderazgo lleva a pérdidas económicas. Según datos de Gallup, son 8,8 billones de dólares los que pierde cada año la economía global por el escaso compromiso de la plantilla.
Por otro lado, está el efecto que tiene sobre la moral y el bienestar de los empleados. Un mal jefe no solo hunde la moral colectiva, sino que también es uno de los factores que más crea burnout (un problema que se ha agravado en los últimos años), malestar y, a la larga, pérdida de talento y una elevada rotación de personal. Un buen líder debe ser capaz de hacer examen de conciencia cuando se encuentra con estos problemas en su equipo y de crear las condiciones de trabajo que eviten que se produzcan este tipo de episodios.
Un mal jefe hunde la moral colectiva y lleva a la pérdida de talento
Las conclusiones de la Guía Hiscox de Liderazgo Saludable para Directivos señalan que, en un entorno cada vez más consciente de la importancia de la salud mental, el papel del liderazgo corporativo es fundamental. Así, creen que los líderes deben «superar el estigma asociado a los problemas de salud mental, activar una red de apoyo y abordar cambios sustanciales». Esto es, deben cuidar su propia salud mental y trabajar para proteger la de sus empleados.
Pero ¿qué hace a un buen líder? Numerosos cursos, congresos y conferencias han intentado perfilar una respuesta. Una excursión a la sección de libros de empresa de cualquier librería permite descubrir un fondo bibliográfico extenso que aborda sus características y cómo potenciarlas. En general, el retrato robot del buen líder implica empatía (según Deloitte, el 97% de los trabajadores así lo creen, pero solo el 45% considera que su jefe lo cumple), ser inspiradores y organizar bien los flujos de trabajo.
Problemas de liderazgo
De hecho, en lo que hace a un buen líder se puede encontrar qué es lo que falla en quienes no lo son. La falta de empatía es uno de los principales problemas. No ser capaces de comprender a la plantilla y sus necesidades, pero también forzar la mano para que las cosas sean siempre como a ellos mejor les conviene o arrastrar a sus trabajadores a problemas que ellos mismos han causado son algunos de los ejemplos prácticos de este tipo de liderazgo.
Y si gestionar bien los flujos de trabajo es una de las cosas que hace a un buen líder, no hacerlo es una de las que de forma clara hace a uno malo. No estimar el tiempo real que implican las tareas y asumir que todo puede hacerse para ya, no repartir bien la carga laboral o no respetar los tiempos de trabajo son algunas de esas malas decisiones. La sobrecarga de trabajo es además un problema legal, ya que puede suponer multas para la empresa por una mala gestión. Algunas empresas ya han sido multadas en España por ello.
Otra de las cuestiones que tienen un efecto negativo sobre el bienestar de la plantilla es, por ejemplo, cuando los jefes se entregan al micromanagement o no son capaces de delegar funciones. Esto hace que la «burocracia laboral» se eternice y, sobre todo, minan la confianza del equipo. La «microgerencia» –cuando un supervisor necesita controlar y revisar todos los pasos que se dan en el día a día, hasta los más nimios, o hace retroceder decisiones que ya han tomado sus colaboradores– ralentiza al extremo la jornada. Un líder que se deja caer por el lugar de trabajo cada dos por tres, que insiste en ir en copia en los correos, que lleva un control extremo de las horas de entrada y de salida o que no permite que sus trabajadores avancen en su carrera está haciendo micromanagement, según el diagnóstico de la experta Aurora Michavila.
Quienes se entregan a esa práctica suelen justificarse diciendo que son muy perfeccionistas o que nunca está de más asegurarse de que las cosas estén bien hechas, pero en realidad el problema es de liderazgo. Muy conectado con esto está la falta de confianza en el equipo. Un buen líder sabe rodearse de un equipo capaz de trabajar de forma más o menos autónoma, de responder a lo inesperado o de generar nuevas oportunidades. En resumidas cuentas, un equipo en el que se confía.
La entrada ¿Por qué es tan difícil liderar? se publicó primero en Ethic.