Los representantes de los dioses en la tierra y el Estado
La discriminación hacia las mujeres presente en las tres principales religiones del mundo nos sigue pasando factura como sociedad. ¿Es posible que el Estado alcance un término medio entre el respeto a la libertad religiosa y los derechos humanos? La entrada Los representantes de los dioses en la tierra y el Estado se publicó primero en Ethic.

Es complicado hablar de religión en los tiempos que corren. Es complicado, digo, porque a poco que lo escrito no se entienda bien, puede una ser tachada de cualquier tipo de fobia. Y nada más lejos de mi intención, así que empezaré señalando, que, sin compartir el mundo religioso, me parece estupendo que cada cual decida cómo gestiona sus creencias, y hacia dónde las dirige o en quién confía para solucionar su relación con el más allá o el más acá al que antes o después nos tocará llegar.
De las más de 5.000 religiones, tirando bajo (hay quien dice que hay más de 10.000), tres son las que nos afectan de forma más directa al ser mayoritarias: el cristianismo y sus derivaciones, el islam y el judaísmo. Y de cada una de ellas, por lo general, tenemos noticia casi todos los días. El caso es que las noticias varían, claro está, pero parece que hay una tónica que, sorpresa cero, las une a todas, y es una misoginia que abarca distintos grados.
La tónica que une a todas las religiones es la misoginia a distintos grados
Como no es cuestión de analizarlas en profundidad (doctores tiene la iglesia), mi duda es ¿puede un Estado de derecho como el nuestro, que se rige por principios democráticos y constitucionales, legislar para garantizar que las prácticas religiosas no violen los derechos fundamentales de las personas, incluyendo la igualdad entre sexos?
La pregunta me surgió tras escuchar al eurodiputado del PP Esteban González Pons pidiendo a la Iglesia católica que ordene obispas. Ni que decir tiene que a sus colegas de partido no les ha hecho gracia semejante petición. A mí la petición me pareció oportunista, pero más allá de eso, mi duda fue: ¿se lo podemos exigir?
Pues parece que la cosa está difícil. Si mantenemos el respeto a la libertad religiosa reconocida en el artículo 16 de la Constitución española, parece que este pasaría por delante de la protección de los derechos humanos, especialmente la igualdad entre hombres y mujeres (artículo 14 de la Constitución). Y solo en caso de que esa diferencia se ejerciera por la fuerza (o sea, con violencia), es decir, si la iglesia avalara o sugiriera, pongo por caso, los castigos físicos a las mujeres, entonces sí podría el Estado entrar en penalizaciones, pero no pueden obligarlos a que apliquen algún tipo de paritario en sus representantes, pues funcionan como un club privado. Que no lo digo yo, que me lo ha explicado la abogada Nuria González, muy sensibilizada con el tema de las opresiones a las mujeres.
Otra cosa sería, se me ocurre sobre la marcha, que negociáramos que se limiten ayudas, subvenciones y privilegios como contrapartida a no aplicar los mismos derechos a hombres y mujeres, o sea que, poniéndome del lado de González Pons, les exigiéramos curas, obispas y papisas.
También Ana Redondo, recientemente, se quejaba de la discriminación de la Iglesia católica cuando un sacerdote se negó a dar la comunión a un chico gay que convivía en pareja. «Este sacerdote desconoce el Nuevo Testamento. Galatas 3:28: «Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer, porque todos vosotros sois uno en Cristo». La buena noticia del Evangelio es la fraternidad y el amor frente a toda forma de discriminación», dijo la ministra en la red social X. Quejarse es gratis, claro, pero por lo que parece, son libres de ejercer las discriminaciones que consideren.
La misma Ana Redondo me hizo pensar en las discriminaciones del islam con otro tuit: «Es intolerable, un ataque directo a la igualdad y una de las consecuencias de los discursos de odio que la extrema derecha replica desde las instituciones. Mi condena a este tipo de discriminaciones que ni tienen cabida en nuestra sociedad democrática, ni en nuestra Constitución».
En este caso la ministra se quejaba de que un club marroquí de Torremolinos seleccionaba a su público e impedía la entrada a personas gays. Religión manda. Sorprende un tanto la queja de la ministra, cuando días antes el ministerio de Igualdad lanzaba una campaña en la que normalizaba una mujer con hiyab sin hacerse eco de la misoginia que lleva impresa la prenda en cuestión. Pero volvamos al club de Torremolinos. ¿Tiene derecho a admisión? ¿Eso puede regularse en un estado como el español?
Francia es ejemplo de llevar a extremo la defensa de lo laico
Pues parece ser, como he dicho, que todo tiene difícil solución, lo que por momentos me hace envidiar el país vecino. Francia no es ejemplo de muchas cosas, pero al menos sí lo es de una, a mi juicio, y es de llevar a extremo la defensa de lo laico frente a cualquier religión. Repito, cualquier religión, sin que eso vaya en detrimento de sus fieles (los hay y muchos en Francia), lo que me hace pensar que quizás la única salida es apostar por un Estado laico.
Sinceramente, no sé cómo casan unas asociaciones milenarias, fundadas en la irracionalidad y la eternidad, con unos derechos humanos nacidos a la sombra de la Ilustración y la razón. Me temo que la única opción es un Estado al margen de ellas, que las ignore y las destierre al ámbito privado. Alguien dijo que instituciones como la Iglesia y la monarquía no requerían prohibirlas, podría bastar con no darles dinero público para que desaparecieran. Creo que valdría la pena probarlo, a ver.
La entrada Los representantes de los dioses en la tierra y el Estado se publicó primero en Ethic.