No he podido ser amiga de ningún escritor. He tratado, pero he fracasado. Los escritores, mis colegas, no ven mérito alguno en mi obra. Dicen que soy una escritora frívola, esnob, narcisista, siempre mirándose el ombligo. Dicen que estoy obsesionada con vender libros y no con escribir buenos libros. Dicen que mis libros se venden tanto porque soy una escritora chismosa, cabeza hueca. No encuentro argumentos para defenderme. Debe de ser que tienen razón. Debe de ser que ellos escriben mejor que yo. Cuando leo sus libros, me llevo esa inequívoca impresión. Hace muchos años, cuando aún vivía en la ciudad del polvo y la niebla, yo era amiga de un escritor alto, noble y triste como un árbol en...
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