El emperador que fue derrocado cuando tenía dos meses y pasó veinte años en prisión

Iván VI Antónovich (Fuente).

Iván VI Antónovich nació el 23 de agosto de 1740 en San Petersburgo, siendo el hijo mayor de la duquesa Ana Leopóldovna de Mecklemburgo-Schwerin, la única sobrina de la emperatriz Ana de Rusia, que no tenía descendencia. Ana había vivido casi toda su vida en Rusia, con la expectativa de que ella o alguno de sus hijos heredaran el trono tras la muerte de la emperatriz, algo que se hizo realidad a los dos meses del nacimiento de su primer hijo. El 5 de octubre de 1740, el infante Iván fue adoptado por su tía abuela, que estaba en su lecho de muerte, y declarado su heredero. La emperatriz también hizo que su consejero y amante, Ernst Johann von Biron, duque de Curlandia, fuera el regente hasta que Iván alcanzara la mayoría de edad (de hecho, nombró a Iván en lugar de a su madre para que su amante siguiera teniendo poder e influencia después de su muerte).

La emperatriz Ana murió poco después, el 28 de octubre de 1740. Al día siguiente, el infante fue proclamado emperador bajo el nombre de Iván VI, y Biron se convirtió en regente. Sin embargo, ni los padres de Iván ni la mayor parte de la nobleza estaban contentos de que Biron, que había hecho muchos enemigos en la corte, fuera el regente. En menos de tres semanas, el padre de Iván se confabuló contra Biron y consiguió que fuera arrestado y desterrado a Siberia. A continuación la madre de Iván fue nombrada regente, aunque el vicecanciller, Andrei Osterman, fue realmente quien dirigía el gobierno.

El reinado de Iván y la regencia de su madre duraron trece meses, hasta que hubo un golpe de estado que colocó a Isabel de Rusia en el trono e Iván y su familia fueron encarcelados en la fortaleza de Dünamünde. Las siguientes dos décadas Iván estuvo prisionero, primero en Jolmogory y después en la fortaleza de Shlisselburg, en secreto. Todas las monedas y cualquier tipo de documento que llevaran su nombre fueron sistemáticamente confiscados y destruidos, y hoy en día son hallazgos extraordinariamente raros.

Con la ascensión de Pedro III en 1762, la situación de Iván parecía a punto de mejorar, ya que el nuevo emperador lo visitó y mostró simpatía hacia el prisionero, pero al ser derrocado solo unos meses después, se enviaron nuevas instrucciones para que lo encadenaran y lo trataran con mayor rigor. Al ascender al trono Catalina II, se enviaron órdenes aún más estrictas: si se intentaba escapar, el prisionero debía ser ejecutado. Bajo ninguna circunstancia debía ser entregado vivo a nadie sin una orden escrita de la emperatriz. Para entonces, veinte años de aislamiento habían afectado a la salud mental de Iván, aunque no había perdido la cordura por completo.

Un subteniente de la guarnición, Vasili Mirovich, se enteró de su identidad y planeó liberarlo y proclamarlo emperador. En 1764, Mirovich trató de poner en práctica su plan, pero los carceleros, siguiendo las órdenes que tenían, asesinaron a Iván. Mirovich y sus partidarios fueron arrestados y ejecutados poco después. Iván fue enterrado en secreto en la fortaleza, y su muerte aseguró la posición de Catalina II en el trono.

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