Carmen Conde al día
Francisco Javier Díez de Revenga, catedrático emérito de Literatura Española de la Universidad de Murcia, que tuvo diversas comunicaciones personales y filológicas con Carmen Conde, y dio ocasión, a solicitud suya, de alguno de sus textos, siempre fue haciéndose eco de esos avances editoriales tan pronto como se sucedían. Es, en consecuencia, quien mejor podía... Leer más La entrada Carmen Conde al día aparece primero en Zenda.

Estaba haciendo falta un libro así. Carmen Conde (1907-1996) precisaba de un libro que nos pusiese al día de cuanto sobre su figura y su obra se ha ido publicando sobre todo durante lo que llevamos de siglo, que ha sido bastante, pero sin haberse llamado la atención suficientemente sobre tantos, tan nuevos e imprescindibles aportes como se han hecho. Y lo cierto es que tanto la pluralidad de su escritura como las aperturas estéticas e hitos personales que jalonaron la vida de la cartagenera demandaban que alguien nos los pusiera negro sobre blanco a la vez que diese cuenta de los diversos libros que sobre la autora han aparecido en los últimos lustros, varios con textos rescatados o desconocidos que se editaron con introducción y notas, la mayoría con el sello madrileño de Ediciones Torremozas.
Tanto por su año de nacimiento, en 1907, como por sus dos libros más tempranos —Brocal, aparecido en 1929, y Júbilos, en 1934— a Carmen Conde se la ha de adscribir sin ninguna duda a la nómina de 1927, que es la opción crítica e historiográfica más justificada, y por ende la que se ha ido adoptando con más pertinencia después de habérsela unido a la llamada generación de 1936, como a Miguel Hernández, de quien fue tan amiga, y aun a la generación primera de posguerra como voz notable de mujer en ese período, en tal supuesto por la importancia que en su momento tuvieron algunos de sus conjuntos de la mitad segunda de los cuarenta. Tan a la vista como ya tenemos las conmemoraciones que va suscitando y suscitará el 27, es necesario poner énfasis en la producción escrita de esta autora perteneciente a tan fecunda, brillante y diversa promoción, y el referido libro de un condiano que es al mismo tiempo tan experto también en prácticamente todos los autores principales de dicho elenco viene a satisfacer esa necesidad cultural, literaria, bibliográfica, así como a suministrarme la mayoría de los datos que sustentan mi texto.
La figura de Carmen Conde es excepcional en las letras españolas del siglo XX, por la variedad de sus apuestas y realizaciones creativas, todas las cuales se registran puntualmente en Carmen Conde en la luz de sus palabras. La tenaz escritora cultivó con preferencia y puso su ahínco literario máximo en la actividad poética, en la que cultivó en distintas obras exponentes de la modernidad, como el poema en prosa; en la que hizo una dramática denuncia del guerracivilismo en el libro escrito en Murcia, Jaén y Valencia entre 1937 y 1939 que tituló Mientras los hombres mueren, al cual Díez de Revenga considera “una de las más importantes colecciones de poesía de guerra escritas por un autor español” (143), y cuya edición primera salió en Milán en 1953, en edición de Juana Granados.
No menos relevante sería, en el contexto en el que se compuso, el inusitado desafío teológico frente a la bíblica y mítica visión genesíaca sobre la mujer que se lee en su conjunto poético de 1947 Mujer sin Edén; o la inmersión comprensiva, en sendos libros poéticos de viajes, de universos foráneos muy diferentes al de pertenencia, así el centroamericano en Jaguar puro inmarchito, aparecido en 1963, y el extremo-oriental en Hermosos días en China, con poemas de 1976 que no verían la luz hasta 1986. Tres años antes, en 1983, se decide a editar una obra escrita en 1933, Derramen su sangre las sombras, la cual había permanecido inédita cincuenta años y se había inspirado en la gozosa esperanza del nacimiento de una hija que le nació muerta. La cartagenera llegó a alcanzar premios muy importantes de poesía, entre ellos el Nacional de 1967, año en el que Biblioteca Nueva editó su Obra poética, 1929-1966, con prólogo de Emilio Miró, a quien se debe la edición publicada en 2007 por Castalia de su Poesía completa.
Paralelamente fue Carmen Conde una narradora muy digna de estima en sus aportes memorialísticos, como lo atestigua la lectura de su libro de 1986 Por el camino, viendo sus orillas, en el que se incorporan sus siete Cartas a Katherine Mansfield, inspiradas en la figura de la narradora neozelandesa que en su tiempo había sido icono de la libertad de elección sexual. También estimable sería su contribución al género novelesco, como lo acreditan distintas novelas avaladas por galardones tales como el Elisenda de Montcada recibido en 1953 por Las oscuras raíces y el del Ateneo de Sevilla que obtuvo en 1980 por Soy la madre. Con carácter póstumo iba a editarse en 2002 otra interesantísima novela en la que, desde 1976, había empleado cuatro años de escritura, Virginia o la calle de los balcones azules.
La escritura teatral de Carmen Conde comenzó varios años antes de producirse la guerra (in) civil española, y continuó materializándose durante la contienda, pero no vieron la luz varias piezas dramáticas de entonces que permanecerán inéditas hasta bien entrado el siglo XXI. Me refiero al auto Oíd a la vida: Auto civil contra la guerra, elaborado en Murcia en 1936; a la obra escénica titulada Mineros, en la que en parte había colaborado la poeta de La Unión María Cegarra y que ella iba a ultimar definitivamente en el invierno de 1937; y a las dos creaciones teatrales cuya escritura compartió con su amiga tan cercana Amanda Junquera, una bajo la titulación de Tras la perdida gente. En 1960 elaboraría la pieza escénica, Nada más que Caín, que linda con el subgénero del auto sacro, pero desacralizándolo. El año siguiente obtendrá con su marido Antonio Oliver Belmás el Premio Doncel de Teatro Juvenil por la obra que habían escrito ambos con el título de A la estrella por la cometa.
Llevó a cabo Carmen Conde, además, diversas aportaciones de carácter investigador, ensayístico y biográfico, entre las que recuerdo solo cuatro: su libro de 1931 Por una escuela renovada; el de 1964 Acompañando a Francisca Sánchez: Resumen de una vida junto a Rubén Darío, obra centrada en la mujer española del nicaragüense, con numerosos datos inéditos, y editada en Managua bajo el auspicio de la Mesa Redonda de Mujeres Panamericanas; y el de 1967 Un pueblo que lucha y canta, con atinadas observaciones sobre los cuatro siglos primeros de poesía épica castellana. Data de 1978 su discurso de ingreso en la Real Academia Española titulado Poesía ante el tiempo y la inmortalidad.
Igualmente han de ponderarse sus colaboraciones de carácter periodístico, tanto en la prensa escrita como en la radiada, en la que había comenzado a familiarizarse durante la guerra del 36 en Radio Murcia. En Radio Nacional de España comenzó a hacer colaboraciones literarias destinadas al público infantil, siendo pruebas posteriores de la dedicación a las ondas la serie de textos reunida y publicada por Fran Garcerá en 2022 bajo el título de Levanto mi voz: Radiofonías, 1967-1972.
Fue Carmen Conde también antóloga. Cabe recordar en esta área la selección prologada de Cuentos y prosas de Rubén Darío que preparó en 1979 para la Editorial Magisterio Español. Sin embargo, más significado tiene su reivindicación de la palabra de mujer merced a las selecciones de versos de autoras españolas que editó entre 1954 y 1971. En el primero de esos años publica en Madrid, en la editorial Arquero, la antología Poesía femenina española viviente, obra reeditada en Barcelona por Bruguera en 1967 con el título de Poesía femenina española (1939-1950). La misma editorial volvería a publicarle otra antología en la que insistió en los mismos planteamientos, pero abarcando una década creacional más en Poesía femenina española (1950-1960).
Por último, y en materia epistolar, resulta imprescindible para conocer de manera más honda y entendible la vida y aspectos de la obra literaria de Carmen Conde la lectura de dos copiosos epistolarios, ambos editados por Fran Garcerá. El publicado en 2018 conteniendo las cartas cruzadas entre ella y María Cegarra Salcedo entre 1924 y 1988, y el tan revelador Epistolario. 1936-1978, publicado en 2021, con cartas que intercambió durante más de cuatro décadas con su tan cercana amiga íntima Amanda Junquera, cartas que ilustran bien su actitud vitalista, decidida y abierta ante la vida, la sociedad, y el amor. Sin la comprensión de esta dimensión de la escritora murciana del 27 que se convirtió en 1979 en la primera mujer académica de la RAE, resulta incomprensible llegar a entender cabalmente una gran y significativa porción de la obra poética inspirada en Amanda Junquera. Tanto es así que Diez de Revenga aprecia que la relación entre ambas “es uno de los capítulos más apasionantes de nuestra historia literaria reciente. (161).
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Autor: Francisco Javier Díez de Revenga. Título: Carmen Conde en la luz de sus palabras. Editorial: Real Academia Alfonso X el Sabio.
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