Black Hammer 8: El Fin, de Jeff Lemire y Malachi Ward
El final de todos los caminos está aquí. Reseñamos el último capítulo del universo Black Hammer, de la mano de Jeff Lemire y Malachi Ward. Edita Astiberri.



Edición original: Black Hammer: The End #1-6 USA (Dark Horse, 2023-2024)
Edición nacional/España: Astiberri, 2025
Guion: Jeff Lemire
Dibujo: Malachi Ward
Color:
Traducción: Santiago García
Formato: Cartoné. 176 páginas, color. 23,00€
La ¿última? marcha del Martillo Negro
En 2016 vio la luz una serie de esas que encandilan a todos, un maravilloso homenaje a la era clásica de los superhéroes que conquistó a crítica y público a partes iguales. Aquella serie nació mucho antes en la infatigable mente de Jeff Lemire, uno de los autores más inquietos de la escena norteamericana, pero no se haría realidad hasta la llegada de Dean Ormston al proyecto para encargarse de la labor artística y darle forma al que sería uno de los títulos estrella de Dark Horse. Su nombre era Black Hammer.
Ocho años después, aquella historia se ha convertido en mucho, mucho más. Lo que comenzó en apariencia como una serie regular de 20 números comenzó a crecer, a expandirse, a bifurcarse, dando vida a una enorme cantidad de series centradas en distintos personajes, distintos momentos y distintas tramas que convirtieron a Spiral City en un cosmos lleno de vida. Un universo superheroico de un solo guionista (o casi siempre uno), cuyas historias han ido confluyendo hasta El Fin. Así, en mayúsculas, porque ese es el título del último tomo en sumarse a la colección.
Black Hammer: El Fin supone la conclusión no solo de Black Hammer: El Renacer, la trepidante serie que nos trajo de vuelta a Lucy Weber y de la que podríamos considerar a este su cuarto tomo. El Fin es también el cierre de la denominada Fase 2 del blackhammerverso, un lazo con el que despedirse (o no) de todo lo que Jeff Lemire lleva construyendo a lo largo de estos años.
Es difícil entrar en la sinopsis sin hacer spoilers sobre lo acontecido en El Renacer. Al fin y al cabo, aquella serie terminó con un contundente cliffhanger que debía resolverse aquí. Así que a modo de síntesis ligera, El Fin nos pone una vez más en los zapatos de Lucy Weber, la última Martillo Negro, que a pesar de haber colgado las botas hace veinte años debido a un doloroso dilema ético, se ha visto arrastrada a un intento desesperado por detener un segundo despertar del Anti-Dios, orquestado por maquiavélicas mentes llegadas de otros mundos paralelos al suyo. Pero lo más importante para Lucy sigue siendo una misión: proteger a su familia.
Debo declarar antes de nada que me considero un gran fan de este universo. Y lo digo como aviso a navegantes para comprender en qué lado me voy a ubicar a lo largo de la reseña, pues creo que Black Hammer es una obra que puede entrar de muy distinta forma según el gusto de los lectores. A fin de cuentas, esto comenzó como una serie homenaje al cómic clásico de superhéroes, construido sobre una historia intimista con la psique de sus personajes como pilar fundamental. Y en el momento en que su universo siguió y siguió creciendo, es fácil que muchos lo percibieran como otro proyecto que busca sacar jugo a la gallina de los huevos de oro, levantando por el camino precisamente la parte menos homenajeable del cómic superheroico: los universos compartidos interminables en los que se va dificultando saber qué leer y qué no.
Es innegable que habrá lectores a los que encandiló la historia original a los que el planteamiento de seguir leyendo más y más historias pijameras, por muy de autor que sean, les haga perder por completo el interés. Y es muy respetable. De ahí que pueda garantizar con rotundidad que si desconectaste de la franquicia hace tiempo, esta trama final no va a suponer nada diferente que te pueda hacer cambiar de opinión.
Ahora bien, si como yo te has mantenido enganchado a todo el blackhammerverso, creo que El Fin es un colofón más que digno para todo lo que Lemire nos ha dado hasta la fecha. Ciertamente, no es una trama que nos vaya a romper la cabeza o vaya a revolucionar nada. En cierto modo, lo que lleva haciendo el autor canadiense ya un tiempo en la mayoría de sus miniseries de la franquicia ha sido versionar grandes tropos y conceptos míticos del cómic de súpers a su estilo. El Fin es Crisis en tierras infinitas, Secret Wars y muchas más por el estilo, sin tratar de reinventarlas, sino más bien acurrucarse en ellas y disfrutar de un tipo de historia que a algunos nos encantan porque respiran aroma a cómic.
Y si bien no podemos alabar esta obra por su originalidad, sí que podemos hacerlo por su solidez. Y es que algo debe de haber hecho bien Lemire para que cuando empiezan a desfilar algunos personajes (o variantes) de su universo por este arco final, los que los conocemos sintamos el pinchacito de emoción. Eso es fácil lograrlo con un Spiderman al que has mamado desde que ibas en pañales, pero lograr crear ese vínculo en el lector con personajes tan recientes tiene un mérito enorme para mi gusto.
En cierto modo, uno se queda con la sensación de que Lemire consiguió engañarnos a todos con el inicio de la serie. Parecía que el autor de Royal City venía a deconstruir el género superheroico y en realidad lo que quería era hacer un repaso de todo lo que le gusta del cómic pijamero, cual friki que se revuelca en sus pasiones. Y eso quizás pueda parecer menos elevado, pero el resultado han sido 8 años de historias llenas de entretenimiento gracias a que, además de todo, es un formidable escritor de personajes.
El apartado artístico es quizás un punto algo divisivo del tomo, y es que es difícil definir el arte de Malachi Ward. El artista al que ya pudimos disfrutar en parte de los números de El Renacer tiene un estilo que con cada página puede pasar de sorprenderte a dejarte indiferente. Ward tiene páginas con composiciones ambiciosas y sombreados a lápiz que dan una presencia imponente, pero en la narración general peca de cierto estatismo y de una expresividad tosca en los rostros de los personajes, además de unos fondos algo pobres. Tiene sus momentos de brillar, pero quizás no era el artista más adecuado para una serie que supone un clímax tan trepidante.
¿Y es esto realmente el fin? Pues mira, no. Y no hace falta entrar en spoilers, pues como los más apegados a la actualidad USA sabréis, ya se está publicando al otro lado del charco Black Hammer: Spiral City, la nueva serie de la franquicia, con el inclasificable Teddy Kristiansen en el dibujo. ¿Es acaso el cacareado título de este tomo entonces una mentira? Yo más bien lo definiría como una especie de broma entre fans de los superhéroes, una que se resuelve al final del tomo y que deja claro que, puestos a homenajear al cómic superheroico, no podíamos olvidarnos de su seña de identidad más importante: que nunca se acaban.
En definitiva, quizás Black Hammer se ha convertido en una franquicia más de superhéroes, atrapada dentro de cierta autocomplacencia por revisitar los clichés más masticados del género. Pero el caso es que lo hace con una soltura y un talento para nada desdeñable. Jeff Lemire ha sabido construir un mundo a partir de las historias de siempre, pero con ese toque de intimismo y de construcción de personajes en el que es un fuera de serie. Sí, quizás Black Hammer al final no haya sido lo que parecía. Pero es que lo que es es divertidísimo, lo cual no está nada mal.
Lo mejor
• El trepidante clímax final que demuestra el gran trabajo de personajes que ha hecho Lemire a lo largo de todas las series.
Lo peor
• El dibujo de Ward no termina de estar a la altura del relato.
• Hace tiempo que se perdió el punto especial de los primeros números.