Actos humanos, de Han Kang

El lector conocerá, en las últimas páginas de la novela, las circunstancias históricas que conducirán a los sucesos narrados, pero creo que, con el fin de contextualizar el argumento, voy a hablar ya de estos hechos: en octubre de 1979 muere asesinado el dictador de Corea del Sur, Park Chung-hee. En diciembre, el militar Chun... Leer más La entrada Actos humanos, de Han Kang aparece primero en Zenda.

Mar 11, 2025 - 06:06
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Actos humanos, de Han Kang

De Han Kang (Gwangju, Corea del Sur, 1970), Nobel de Literatura 2024, leí en octubre, cuando se produjo el fallo del premio, dos novelas: La vegetariana (2007) y La clase de griego (2011). En diciembre de 2024, la editorial Random House publicó dos más: Imposible decir adiós (2021) y Actos humanos (2014). Estas dos últimas las he leído de más moderna a más antigua, y creo —aunque tampoco importa demasiado— que quizás debería haber seguido el orden cronológico, ya que la protagonista de Imposible decir adiós, que es una escritora, cuando empieza su narración sufre pesadillas porque en el pasado, en 2014, publicó una novela sobre las matanzas de mayo de 1980 en la ciudad coreana de Gwangju.

El lector conocerá, en las últimas páginas de la novela, las circunstancias históricas que conducirán a los sucesos narrados, pero creo que, con el fin de contextualizar el argumento, voy a hablar ya de estos hechos: en octubre de 1979 muere asesinado el dictador de Corea del Sur, Park Chung-hee. En diciembre, el militar Chun Doo-hwan dio un nuevo golpe de estado. En 1980 disolvió la Asamblea Nacional y se presentó a las elecciones presidenciales como candidato único. Entre el 18 y el 27 de mayo de 1980 se produjo en la ciudad de Gwangju el llamado «Levantamiento de Gwangju», que condujo a la represión estatal y a la llamada «masacre de Gwangju». Murieron entre mil y dos mil civiles, muchos de ellos estudiantes que pedían democracia para Corea del Sur, y que fueron acusados de ser extremistas comunistas.

"Actos humanos es una novela que requiere de un lector atento para disfrutarla plenamente. Los protagonistas de todas las partes están relacionados entre sí"

La novela se divide en siete partes. En cada una de ellas Kang se va a acercar a un personaje diferente. El primero será Dongho, un estudiante de secundaria de quince años. Kang narra este capítulo en segunda persona y tiempo presente. Dongho está buscando a su amigo Jeongdae, otro estudiante que, junto con su hermana, alquiló una habitación en la casa familiar de Dongho. Dongho sabe que Jeongdae ha muerto, tras recibir disparos de los militares y está buscando su cadáver. Dongho se siente culpable porque al sentir que Jeongdae caía al suelo se fue a refugiar y dejó su cuerpo sobre la calle. Dongho ha tomado la tarea de llevar un registro de los cadáveres sin identificar, que se encuentran en el Gobierno Provincial o en un gimnasio cercano. «Y era cierto, tu trabajo no era duro. Seonju y Eunsuk se ocupaban de poner planchas de madera aglomerada o poliestinero en el suelo y extender una lámina de plástico para colocar encima los cadáveres. Les limpiaban la cara y el cuello enmarañados con un peine fino y los envolvían con el plástico para evitar que despidieran olor. Mientras tanto, tú anotabas en el libro de registro el sexo, la edad aproximada, la clase de vestimenta y el calzado que llevaban y les asignabas un número» (pag. 18). Estas chicas, Seonju y Eunsuk, van a ser las protagonistas de otras de las partes del libro.

Actos humanos es una novela que requiere de un lector atento para disfrutarla plenamente. Los protagonistas de todas las partes están relacionados entre sí, y no estoy del todo seguro, pero creo que en esta primera, titulada Las avecillas, ya aparecen todos los personajes de los que más adelante Han Kang nos va a contar su historia.

"Como ocurría en Imposible decir adiós, Han Kang no duda aquí en usar un elemento no realista en una narración profundamente realista y que aspira a hablar de un hecho histórico"

La primera parte, que es la más extensa, no da tregua. Desde la primera página, el lector siente la tensión narrativa. El ejército ha matado ya a bastantes civiles y se nos hablará de la logística desarrollada para poder identificar los cuerpos, pero además se empieza a rumorear que el ejército va a entrar de nuevo en la ciudad para cargar contra las personas que se encuentran en el Gobierno Provincial. Se recomienda a los más jóvenes —a los menores de diecinueve años— que se vayan a sus casas, pero algunos, como Dongho, no quieren obedecer esta orden.

La segunda parte se titula El hálito negro y está narrada en primera persona por Jeongdae, el amigo al que buscaba Dongho en la parte anterior. «Nuestros cuerpos estaban apilados en forma de cruz» (pág. 47) es la primera frase. Jeongdae está muerto y su alma flota cerca del que ha sido su cuerpo. Como ocurría en Imposible decir adiós, Han Kang no duda aquí en usar un elemento no realista en una narración profundamente realista y que aspira a hablar de un hecho histórico. Dongho, en la primera parte, sentía inquietud por el alma de su amigo, y aquí nos la encontramos.

Como también ocurre en otras de sus novelas —en La clase de griego e Imposible decir adiós en Actos humanos Han Kang también hace uso de poemas para expresar algunos sentimientos. Esta segunda parte es especialmente espeluznante, sobre todo cuando el personaje nos cuenta cómo los militares queman los cadáveres.

"Las consecuencias de los hechos históricos, aunque en apariencia puedan ser olvidados, siguen vigentes en la realidad, parece decirnos Han Kang"

La tercera parte se titula Las siete bofetadas. Está narrada en tercera persona y su protagonista es Eunsuk, chica que aparecía en la primera parte del libro. Eunsuk trabaja en una pequeña editorial y esto le permitirá al lector conocer cómo funcionaba en ese momento la censura en Corea del Sur sobre las publicaciones artísticas. De este modo, debe reunirse en la clandestinidad con un traductor de un texto occidental y, más tarde, será interrogada —y recibirá las siete bofetadas que adelantaba el título del capítulo— sobre su paradero.

En Hierro y sangre conoceremos el destino de los detenidos por las manifestaciones y así sabremos de las torturas que van a sufrir en la cárcel. En este caso, la narración está escrita en primera persona, pero ahora se usa el tiempo pasado, porque a partir de aquí la novela ya no habla de la masacre de Gwangju desde el presente de mayo de 1980, sino que esos acontecimientos empezarán a ser una evocación, un recuerdo traumático en la vida de las personas que participaron en ellos. Personas que van a sufrir soledad, pesadillas, depresiones… y algunas se acabarán suicidando. «Cuando me llamó por teléfono, usted me dijo que Jinsu no era un hecho aislado. Que era muy probable que muchos más de nosotros acabáramos quitándonos la vida» (pág. 104). Además, en esta cuarta parte sabremos que a los protagonistas los está contactando alguien —un periodista, la propia escritora Han Kang— para que le cuenten su historia. Las consecuencias de los hechos históricos, aunque en apariencia puedan ser olvidados, siguen vigentes en la realidad, parece decirnos Han Kang en esta segunda mitad de la novela.

"Actos humanos, como también ocurría en Imposible decir adiós, es una dura y profunda indagación sobre la condición humana, sobre lo que una persona es capaz de hacerle a otra"

También sabremos que algunos de los militares que fueron enviados a Gwangju, para reprimir las protestas de la población civil, eran veteranos de la guerra de Vietnam, que tildarán a sus compatriotas de «malditos rojos» y actuarán contra ellos de una forma completamente fanatizada.

En Donde se abren las flores, una mujer ha de enfrentarse a la disyuntiva de atender los requerimientos de una persona, a la que rechazó en el pasado, para hacer un reportaje sobre la masacre de Gwangju o no hacerlo.

Donde se abren las flores nos acerca a la madre de Dongho, el protagonista de la primera parte, que desde la actualidad recuerda a su hijo, asesinado a los quince años. Esta es una de las partes más emotivas del libro.

En La vela cubierta de nieve la protagonista será la propia Han Kang, originaria de Gwangju. En esta parte final del libro nos hablará de cómo llegó a conocer los acontecimientos que ocurrieron en su ciudad cuando ella era una niña y aportará algo de contexto histórico.

Actos humanos, como también ocurría en Imposible decir adiós, es una dura y profunda indagación sobre la condición humana, sobre lo que una persona es capaz de hacerle a otra. La entrega, el dolor, el remordimiento, pero también la violencia y el odio se mezclan en esta tensa novela, de la que cuesta apartar la mirada, igual que cuesta apartarla de un accidente en la carretera. Actos humanos me ha parecido otra gran novela de Han Kang.

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