5 poemas de Ferozmente mansa, de Amelia Lícheva

Dice Gema Estudillo que la voz poética de Amelia Lícheva filtra, analiza y comprende la vida y que es necesaria para traducir el mundo. Y añade: “La vida cotidiana, las relaciones interpersonales, los problemas sociales o la incomunicación son algunos de los temas para los que Lícheva debe conformar ese lenguaje nuevo. Sus logros no... Leer más La entrada 5 poemas de Ferozmente mansa, de Amelia Lícheva aparece primero en Zenda.

Apr 12, 2025 - 05:38
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5 poemas de Ferozmente mansa, de Amelia Lícheva

Dice Gema Estudillo que la voz poética de Amelia Lícheva filtra, analiza y comprende la vida y que es necesaria para traducir el mundo. Y añade: “La vida cotidiana, las relaciones interpersonales, los problemas sociales o la incomunicación son algunos de los temas para los que Lícheva debe conformar ese lenguaje nuevo. Sus logros no pasarán desapercibidos para el buen lector”.

En Zenda reproducimos cinco poemas de Ferozmente mansa (La tortuga búlgara), de Amelia Lícheva.

***

Último tango

La tarde trata de recordarse a sí misma
ligero el viento y blancas nubes,
pero el sol no se rinde
y brillando más fuerte perfila las figuras.
Caminamos a lo largo de los setos
que separan el río de los bares de la ribera,
se oye una música olvidada
que va haciéndose más fuerte;
clavo mi mirada en el cuadrado
que puedo perfilar con las manos
si quiero:
hombres mayores, escapados de estampas
con fracs, pajaritas y aspecto atildado,
pero ya longevos,
se sujetan firmes a mujeres jóvenes,
arrimándose a ellas simulan llevarlas,
bailan el tango de la edad, el recuerdo y la persistencia.
A la ribera del Spree
estos pasos del ayer,
con la posición del cuerpo y la leve flexión
recalcan la pasión, el contacto, la interacción.
Me hipnotiza esta película muda de la esperanza,
de huída de la muerte,
en cuyos personajes
empiezo a reconocer a mis padres
y su tango aquel verano
en algún recoveco del jardín marítimo de Burgás
y en mi infancia.

***

Historiador

Archivos lee,
palabras de todos los testigos analiza,
no le quedaron ojos,
pero las fotos de arriba abajo recorre,
incluso las tarjetas no olvida revisar,
y no sabe
que el pasado solo llama a las voces,
cuando reconoce un golpeteo similar
a un tacón sobre adoquines o una bota, o al trote del caballo
al raíl temblequeando tras la marcha del tranvía,
a neumáticos y frenazos impactando sobre el asfalto,
a lloriqueos o gritos, al estruendo de sirenas,
a las voces callejeras y al silencio de la noche…
resuena, ruge, traquetea, truena:
este es su código morse,
única emoción
que promete
que la historia persista.

*** 

Londres

Esperas de la regia ciudad imperial
que te encierre y apresione
con su ancestral grandeza,
que te sientas nimia e insignificante,
nacida sin pasado.
Pero la ciudad te contagia de futuro:
Enraizados vítreos rascacielos
sobre cimientos color teja
rodeados de jardines ingleses se alzan,
y por entramados metálicos y ascensores exteriores
riadas de gentes dejan atrás sus encuentros
diversidad de lenguas, razas:
bazares de rostros, colores,
ropa, peinados, tradiciones…

abierto el libro de la humanidad
y todos hallan su letra.

***

Pudor

Ese sentimiento que discurre por los canalones de hoy,
de orgulloso pasotismo, autocomplacencia
e inquebrantable confianza,
confesiones vertidas en facebook, desnudez y sobreexposición,
en las que se esfumaron los límites;
ese sentimiento que puede dibujarse
cuando se hojean álbumes de familia
y se vislumbra cómo se asoma
desde los sombreros de los hombres y los paraguas de las mujeres,
desde zapatos, volantes, pantalones charleston,
corbatas y bufandas,
desde peinados, flequillos, y a veces también desde sonrisas,
ocultando la pulsión de labios y cuerpos.

Se va, el rojo se aclara,
ya ni se ruboriza,
los rostros, en tono natural o empolvados,
máscaras, base de maquillaje,
hasta el colorete pasó de moda,
algo anticuado – afirman los maquilladores

el pudor es pasado,
de la época de acuarelas
y sentimientos furtivos.

***

Psique

En la noctámbula mariposa
que choca con paredes,
erra sin dar con la ventana,
busca frenética las lámparas,
se posa en mi mano, sin sosiego,
permanece algo incómoda,
visitante, forastera,
veo a la mujer amada de Dios
que desconfiaba,
no cumplió su promesa:
aquella mujer
curiosa,
insaciable,
encendió la luz y perdió
todo:
a Dios, su hombre, al amor…
Desde entonces
las mariposas vagan
y arden entre llamas,
y el deseo se calcina
en cada mujer.

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Autora: Amelia Lícheva. Título: Ferozmente mansa. Traducción: Marco Vidal González. Editorial: La Tortuga Búlgara. Venta: Todos tus libros.

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