Kent Nagano: «La condescendencia hacia los jóvenes es sumamente ofensiva»
A la misma hora en que, en el Senado, sonaban los clarines del nuevo premio Nacional de Tauromaquia , Ernest Urtasun hacía el paseíllo en el Auditorio Nacional de Música -llenos los tendidos- donde, con el traje de luces periodísticas, se disponía a lidiar con el próximo director artístico y musical de la Orquesta y Coro Nacionales de España (OCNE) , el prestigioso músico estadounidense Kent Nagano . No lo recibió el ministro a portagayola , sino que le puso al director una alfombra roja (más adecuada a sus gustos): «Es un orgullo para España que haya aceptado venir a dirigir la OCNE; estamos entusiasmados agradecidos y nos sentimos privilegiados. Va a ser la oportunidad para que la orquesta dé el gran salto internacional». Durante la charla -en la que el 'subalterno' Ernest Urtasun le puso en suerte las preguntas al director de orquesta-, Kent Nagano (Berkeley, California, 1951) ponderó en varias ocasiones el peso internacional de la tradición cultural española, que calificó como una de las más importantes: «es conocida, celebrada y admirada», dijo, y añadió que «hay que compartir esta tradición en la comunidad internacional; en este siglo XXI es más importante que nunca mantener vivas las identidades culturales y compartirlo». Contó el director estadounidense cómo no le quedó otro remedio que ser músico. «No pude elegir. Mi madre era pianista; además vivíamos en un pequeño pueblo aislado, a tres horas de Los Ángeles y a cinco de San Francisco, y que era conocido por tener más vacas que personas. A los cuatro años mi madre empezó a darme clases de piano; me dijo que era esencial tener un bagaje cultural y que me enseñaría a tener disciplina y concentración». Esta educación musical le permitió, cuando tenía tan solo siete años, sustituir al director del coro de la Iglesia a la que acudía. «Se puso enfermo y me pidieron que me encargara del ensayo. No resultó mal y no he dejado de dirigir desde entonces». El ministro de Cultura llevó la conversación a los tercios de la educación musical, la dirección de orquesta, la percepción internacional de la música española, la innovación en la música clásica o su democratización. «Estudiar música no significa convertirse en profesional -dijo Nagano-; solo un 2 por ciento lo hace. Pero tiene muchos beneficios: se consiguen una gran disciplina y una gran concentración , se aprenden problemas abstractos; se aprende pensamiento existencial: a entender el pasado para, a partir de ahí, pensar en el presente y abordar el futuro; se aprende que lo interesante no son los problemas, sino encontrar la respuesta». Estudiando música, añadió, «se aprende dinámica social: respeto, estructura, diplomacia...; y también conciencia social». «Esto ayuda en cualquier aspecto de la vida -concluyó-. Los músicos crecemos mucho más rápido que los niños que no estudian música. Y no lo digo yo, hay muchos estudios que lo demuestran». Habló Kent Nagano de su doble condición de director de orquesta y director artístico. «El director de orquesta es un músico que hace música con sus colegas; ha de tener liderazgo, claro, pero lo único que tiene que hacer es que sus colegas toquen. La dirección musical es un trabajo distinto, una responsabilidad distinta. Es como un GPS que ha de entender el pasado, trazar las coordinadas del presente para llevar el vehículo a un punto en el futuro. Un director musical ha de apreciar el pasado, conocer la tradición como reflejo de la cultura; solo si entendemos el pasado podremos afrontar el presente». Procede el director de un lugar, California, donde la huella de lo hispano es muy profunda, y de un país donde cada vez pero confesó que desde que fue nombrado responsable de la OCNE lleva estudiando lo que él calificó como «esta historia increíblemente rica de cómo se formó la cultura española. No conozco a nadie que no la reconozca como básica para la civilización y que no reconozca la importancia de su literatura, su poesía, su teatro y su pintura». La intención de Nagano es, según él mismo confesó, «que la OCNE sea un gran embajador de la cultura española ». Para ello hay que incidir en la identidad y lograr que el público diga el mejor piropo que una formación puede escuchar de los espectadores: «¡Esta es mi orquesta!» El director californiano cree que el futuro de la música clásica pasa por no tener un sentimiento de superioridad y condescendencia hacia los jóvenes. «Es algo sumamente ofensivo». «No es un misterio como tratarles; hay que evitar el 'statu quo', hay que darles calidad y ofrecer los mayores retos posibles en los programas». Habló también Nagano de la vigencia de la música clásica. «Solo está muerta si se pone en un museo. La música es efímera . solo existe un instante y, cuando la escuchamos, ya es pasado», filosofó. «La música clásica representa a la humanidad y no depende de las modas, como el entretenimiento. La música clásica va más allá y es algo siempre nuevo: ocurre y se muere». Es partidario de la 'democratización' de la música clásica y le
A la misma hora en que, en el Senado, sonaban los clarines del nuevo premio Nacional de Tauromaquia , Ernest Urtasun hacía el paseíllo en el Auditorio Nacional de Música -llenos los tendidos- donde, con el traje de luces periodísticas, se disponía a lidiar con el próximo director artístico y musical de la Orquesta y Coro Nacionales de España (OCNE) , el prestigioso músico estadounidense Kent Nagano . No lo recibió el ministro a portagayola , sino que le puso al director una alfombra roja (más adecuada a sus gustos): «Es un orgullo para España que haya aceptado venir a dirigir la OCNE; estamos entusiasmados agradecidos y nos sentimos privilegiados. Va a ser la oportunidad para que la orquesta dé el gran salto internacional». Durante la charla -en la que el 'subalterno' Ernest Urtasun le puso en suerte las preguntas al director de orquesta-, Kent Nagano (Berkeley, California, 1951) ponderó en varias ocasiones el peso internacional de la tradición cultural española, que calificó como una de las más importantes: «es conocida, celebrada y admirada», dijo, y añadió que «hay que compartir esta tradición en la comunidad internacional; en este siglo XXI es más importante que nunca mantener vivas las identidades culturales y compartirlo». Contó el director estadounidense cómo no le quedó otro remedio que ser músico. «No pude elegir. Mi madre era pianista; además vivíamos en un pequeño pueblo aislado, a tres horas de Los Ángeles y a cinco de San Francisco, y que era conocido por tener más vacas que personas. A los cuatro años mi madre empezó a darme clases de piano; me dijo que era esencial tener un bagaje cultural y que me enseñaría a tener disciplina y concentración». Esta educación musical le permitió, cuando tenía tan solo siete años, sustituir al director del coro de la Iglesia a la que acudía. «Se puso enfermo y me pidieron que me encargara del ensayo. No resultó mal y no he dejado de dirigir desde entonces». El ministro de Cultura llevó la conversación a los tercios de la educación musical, la dirección de orquesta, la percepción internacional de la música española, la innovación en la música clásica o su democratización. «Estudiar música no significa convertirse en profesional -dijo Nagano-; solo un 2 por ciento lo hace. Pero tiene muchos beneficios: se consiguen una gran disciplina y una gran concentración , se aprenden problemas abstractos; se aprende pensamiento existencial: a entender el pasado para, a partir de ahí, pensar en el presente y abordar el futuro; se aprende que lo interesante no son los problemas, sino encontrar la respuesta». Estudiando música, añadió, «se aprende dinámica social: respeto, estructura, diplomacia...; y también conciencia social». «Esto ayuda en cualquier aspecto de la vida -concluyó-. Los músicos crecemos mucho más rápido que los niños que no estudian música. Y no lo digo yo, hay muchos estudios que lo demuestran». Habló Kent Nagano de su doble condición de director de orquesta y director artístico. «El director de orquesta es un músico que hace música con sus colegas; ha de tener liderazgo, claro, pero lo único que tiene que hacer es que sus colegas toquen. La dirección musical es un trabajo distinto, una responsabilidad distinta. Es como un GPS que ha de entender el pasado, trazar las coordinadas del presente para llevar el vehículo a un punto en el futuro. Un director musical ha de apreciar el pasado, conocer la tradición como reflejo de la cultura; solo si entendemos el pasado podremos afrontar el presente». Procede el director de un lugar, California, donde la huella de lo hispano es muy profunda, y de un país donde cada vez pero confesó que desde que fue nombrado responsable de la OCNE lleva estudiando lo que él calificó como «esta historia increíblemente rica de cómo se formó la cultura española. No conozco a nadie que no la reconozca como básica para la civilización y que no reconozca la importancia de su literatura, su poesía, su teatro y su pintura». La intención de Nagano es, según él mismo confesó, «que la OCNE sea un gran embajador de la cultura española ». Para ello hay que incidir en la identidad y lograr que el público diga el mejor piropo que una formación puede escuchar de los espectadores: «¡Esta es mi orquesta!» El director californiano cree que el futuro de la música clásica pasa por no tener un sentimiento de superioridad y condescendencia hacia los jóvenes. «Es algo sumamente ofensivo». «No es un misterio como tratarles; hay que evitar el 'statu quo', hay que darles calidad y ofrecer los mayores retos posibles en los programas». Habló también Nagano de la vigencia de la música clásica. «Solo está muerta si se pone en un museo. La música es efímera . solo existe un instante y, cuando la escuchamos, ya es pasado», filosofó. «La música clásica representa a la humanidad y no depende de las modas, como el entretenimiento. La música clásica va más allá y es algo siempre nuevo: ocurre y se muere». Es partidario de la 'democratización' de la música clásica y le preocupa que alguien la siga considerando elitista. Citó la máxima de la Ilustración: «La belleza pertenece a toda la humanidad», y dijo que una orquesta es la metáfora de la sociedad. «Gente que se une para conseguir algo que un solo individuo no puede conseguir».
Publicaciones Relacionadas