El turbulento siglo veinte visto por el ojo de un cineasta

Las siete vidas de Max von Spiegel constituye un ejemplo de narrativa que podría incluirse dentro del género histórico. No se queda la cosa aquí, pues dentro de ese recuento de sucesos verídicos, el autor ahonda en aspectos pocos conocidos por el público lector general. La formación humanística a la que puede aspirar la ciudadanía... Leer más La entrada El turbulento siglo veinte visto por el ojo de un cineasta aparece primero en Zenda.

Mar 11, 2025 - 00:50
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El turbulento siglo veinte visto por el ojo de un cineasta

Cuando parece que ya nada puede sorprendernos en el panorama literario actual, aparecen novelas que recapitulan lugares comunes de nuestra Historia y cultura para otorgarles una coherencia insospechada. Este es el caso de Las siete vidas de Max von Spiegel, obra tan ambiciosa en recopilación de épocas y hechos como sencilla y asequible en su modo de ser contada. Escrita por el Doctor en Humanidades, director, guionista y crítico de cine Daniel V. Villamediana (Valladolid, 1975) y publicada por el sello Penguin Random House, supone su segunda novela después de Las islas imposibles (2020).

Las siete vidas de Max von Spiegel constituye un ejemplo de narrativa que podría incluirse dentro del género histórico. No se queda la cosa aquí, pues dentro de ese recuento de sucesos verídicos, el autor ahonda en aspectos pocos conocidos por el público lector general. La formación humanística a la que puede aspirar la ciudadanía es cada vez —y por decirlo eufemísticamente— menos completa. Problema sin duda del poco incentivo desde el ámbito familiar, educativo y, por supuesto, político. Por ello, resulta bien satisfactorio comprobar cómo cualquier individuo que se decida a leer esta interesante novela podrá aprender las razones y naturaleza de cada uno de los hitos de nuestra civilización occidental más reciente: desde la confrontación entre franceses y germanos durante la I Guerra Mundial, pasando por el caldo de cultivo que llevó a la II en la Alemania de la República de Weimar y el ascenso del partido Nacionalsocialista, o los tiempos de la II República Española, la Guerra Civil y el franquismo. Todo ello vivido de forma sorprendente por un personaje que habitó en los distintos lugares y tiempos mencionados. Un hombre que, a diferencia del de los hermanos Coen, siempre “estuvo allí”. Que vivió y sobrevivió gracias a las diferentes identidades inventadas: Jean-Claude Rémy, Bill Becker, Joseph Zimmermann, François Dupont, Sebastian Roth o Max von Spiegel. Todas ellas sepultando la de Varick Wachenschwanz.

"El protagonista exorcizará un pasado inestable de apariencias para conformar un presente definitivo y sincero"

Como los distintos roles asumidos por un actor, nuestro protagonista lucirá distintos nombres y apellidos. De ello dependerá que el argumento le caracterice como soldado alemán, paciente francés, fotógrafo de instantáneas eróticas en un estudio berlinés, ayudante de Fritz Lang en la UFA, camarero en un tren rumbo a París, cameraman de documentales de guerra en España, proyeccionista de Franco en el Pardo, amigo de Peter Lorre y Curt Siodmak en Santa Mónica, asistente de dirección en la Universal o ideólogo y realizador de films de terror, western, misterio o bélicos. El primero de ellos, por cierto, sobre un fotógrafo (The Fear Photographer). El hallazgo final de la profesión de cineasta para nuestro personaje se asociará así con su primer aprendizaje profesional —aprenderá a revelar fotografías durante su estancia en un balneario—, cerrando un uróboros perfecto. Fotografía y cine, la evolución natural. El propio personaje afirma: “Quería hacer un filme sobre el poder de la mirada, algo que yo mismo había experimentado desde el día en que tomé mi primera foto […]. Para mí esta era la cuestión fundamental del cine y la fotografía: su capacidad para robar el alma de los otros”. De Niépce a los Lumière. Todo cabe en la constante metamorfosis de nuestro camaleónico personaje, digno del Zelig de Allen.

Salvo uno, los argumentos de los films escritos y realizados por Max von Spiegel —su nombre definitivo— se erigirán sobre la necesidad de escribir desde la verdad, la cual será a su vez una falsedad tras otra —una vida hecha de muchas—. En cierto modo, con ello el protagonista exorcizará un pasado inestable de apariencias para conformar un presente definitivo y sincero. Algo muy filosófico y existencial, si se quiere. Inspirarse en lo autobiográfico como última muñeca rosa camuflada por otras, la definición de todo creador auténtico. Y, por supuesto, un cierre perfecto dentro del propio cierre: el inicio y final novelístico con el personaje de Lang en escena, el auténtico antagonista de la historia por encima de otros enemigos surgidos a lo largo de la trama. Un verdadero “malo de película”.

"Un verdadero reparto de lujo con actores secundarios únicos"

Como hemos podido comprobar, el cine está bien presente y, en concreto, el expresionismo alemán, el español de la pre y postguerra —incluyendo el que salió de las manos del Caudillo cuando pergeñó guiones como el de Raza bajo el pseudónimo de Jaime de Andrade— o el clásico hollywoodiense. Todo una delicia para lectores y cinéfilos —o lectores cinéfilos—. Gracias a su número de vidas gatunas, Spiegel logra encontrar una vocación vital —el propio destino le conduce a ella—. Eso sí, para llegar al séptimo arte pasará previamente por la madre de las imágenes en movimiento: la fotografía. De este modo nos llevará de la mano por su particular odisea, salpimentándola de anécdotas verídicas y relativas a los personajes reales que quedan incluidos dentro de la ficción: del propio Lang y los tiránicos rodajes de El doctor Mabuse o Metrópolis —así como su huida precipitada tras la legendaria entrevista con Goebbels—, pasando por la amante del cineasta —Anita Berber— o la esposa —y guionista de sus mejores películas alemanas—, Thea von Harbou; la actriz Briggitte Helm; el citado dictador español y Millán Astray; los también mencionados Lorre y Siodmak, el productor Val Lewton, el cineasta Jacques Tourneur o el actor Errol Flynn. Un verdadero reparto de lujo con actores secundarios únicos.

"Sus comentarios a pie de página sobre este gran best seller que supone nuestro pasado siglo no tienen desperdicio"

Además, en el transcurso de esta vida de película se incluirán curiosidades relativas, por ejemplo, a los efectos especiales de determinados films: memorable será la descripción del funcionamiento del dragón en Los Nibelungos, el trucaje para la invisibilidad del actor Jon Hall en Invisible Agent (Edwin L. Marin, 1942) y, por supuesto, la forma de utilizar la iluminación por parte de Tourneur en sus films, generando intimidad e intensidad —en palabras de Spiegel, se trataba de “un verdadero pintor de la luz”—. A todo ello, se suma la capacidad de fusionar realidad y ficción por parte de Villamediana. Debido a esa magia borgeana que impregna el relato, uno llega a dudar incluso si determinados hechos sucedieron realmente, como el duelo entre Lang y Max o el proyecto cinematográfico de The Fear Photographer. De otros títulos filmados por el protagonista, aunque más inverosímiles (The Woman in the Desert), en cambio se añora que no fueran realmente realizados, pues suponen auténticas pepitas de oro argumentales. Alguna incluso representando el cine dentro del cine (Midnight Covenant, que encierra dentro de sí la película Life of a Death Man), como esta novela puede ser una obra literaria que a su vez habla del cine, de la realidad dentro de la ficción y viceversa. Un complejo puzle a disfrutar por el público lector.

Estas memorias escritas por un cineasta accidental de ficción tienen mucho mérito: por un lado, dada la dificultad que entraña construir un personaje de estas características y dotarle de unas circunstancias coherentes que expliquen a su vez la propia Historia. En segundo lugar, por lo que esta tarea tiene de previa labor de investigación y documentación. En tercer lugar, por la personalidad que posee este narrador inventado, acorde a su época y pleno de humor, sarcasmo e ironía. Sus comentarios a pie de página sobre este gran best seller que supone nuestro pasado siglo no tienen desperdicio. Una agudeza que remite a su ingenio y creatividad para salir indemne de cada compleja situación. Será de algún modo su cinismo el arma más indicada para no tomarse demasiado en serio el disparatado mundo que le ha tocado lidiar.

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