Chavela Vargas, la «chamana de andar por casa», resucita en el escenario

Chavela Vargas era una artista tan grande que Carolina Román ha necesitado de tres personajes y cuatro intérpretes para contarlo. ' Chavela ', la función que sube hoy, viernes 21, al escenario del Teatro Marquina (donde estará hasta el 4 de mayo), presenta a la cantante en su niñez y su juventud (la encarna Paula Iwasaki ), en sus últimos días ( Luisa Gavasa ) y convertida ya en mito (se alternan en el papel Rozalén y Nita , ex de Fuel Fandango). El resto del reparto incluye a Alejandro Pelayo (componente de Marlango), que ha compuesto e interpreta la música del espectáculo; Raquel Varela y Laura Porras . María Isabel Anita Carmen de Jesús Vargas Lizano, Chavela Vargas, vuelve a casa después de la que a la postre sería su última gira. Al borde de la muerte, los recuerdos se entrecruzan en su memoria y aparecen en sus sueños los personajes que han marcado su vida y las distintas etapas de ésta. Durante una gira que le llevó a México, Carolina Román conoció a María Cortina , amiga y confidente de Chavela Vargas. A través de ella conoció la historia de la artista. «Me interesó la persona más que el mito, porque al hablar de ella hablo de cualquiera de nosotros». Ha dividido el personaje en tres; el mito, «la parte que ha quedado en nosotros»; la Chavela niña y adolescente, «una parte oscura de alcohol y de soledad en tierra de machos», y la Chavela de sus últimos días. «Era una criatura celestial, mágica, una visionaria, una Chamana de andar por casa», dice Carolina Román, que añade que «sin sus vivencias no hubiera sido la artista que fue, no hubiera tenido esa piel curtida de vida y no hubiera cantado con el desgarro con el que lo hizo». Para entenderla, continúa, hay que viajar a Costa Rica, donde nació. «Su familia la escondía; su madre se fue de casa y su padre la envió a vivir con unos tíos que no la querían. Vivió en soledad, nadie le hablaba con amor. Solía decir que todo el dolor lo pagó en su infancia». México fue, para ella, dice la directora, «un clavo ardiendo. Recibió a Chavela pero tampoco lo tuvo fácil. Pero ella quiso querer a México». Chavela Vargas cantaba, sigue Carolina Román, «con el alma y con el dolor que arrastró desde niña». Lógicamente, la música tiene un protagonismo especial en este montaje, «que no es un musical al uso». Rozalén y Nita son las puntas de lanza en este sentido. «Chavela es inimitable, es imposible acercarse a ella -dice Rozalén -; es la protagonista sin estar, pero con el puntito de arte de cada una creo que logramos el homenaje». Nita va más allá. «Es un espectáculo elegante, bonito, contado desde el respeto y el cariño hacia alguien que hemos admirado tanto...» Luisa Gavasa , que no se subía a un escenario desde hace veinte años, ahonda en la imposibilidad de imitar a Chavela, a la que ha buscado a través del territorio común del alma. «Si el alma es buena, todos nos parecemos mucho más en ella». Se confiesa muy distinta de la artista pero ha encontrado un nexo. «Me ha ido acercando al diálogo con la muerte, algo que por edad miro con más cercanía, y he aprendido de ella a irme desde la dignidad». Y cierra Carolina Román: «Esta 'dama de poncho rojo' que vino a cantar verdades desde ese corazón enorme y humilde, tejió una realidad con hilos de andar por casa para 'apapacharnos' en un abrazo sabio que se hará eterno cada vez que alguien quiera seguir oyendo su voz».

Feb 21, 2025 - 16:12
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Chavela Vargas, la «chamana de andar por casa», resucita en el escenario
Chavela Vargas era una artista tan grande que Carolina Román ha necesitado de tres personajes y cuatro intérpretes para contarlo. ' Chavela ', la función que sube hoy, viernes 21, al escenario del Teatro Marquina (donde estará hasta el 4 de mayo), presenta a la cantante en su niñez y su juventud (la encarna Paula Iwasaki ), en sus últimos días ( Luisa Gavasa ) y convertida ya en mito (se alternan en el papel Rozalén y Nita , ex de Fuel Fandango). El resto del reparto incluye a Alejandro Pelayo (componente de Marlango), que ha compuesto e interpreta la música del espectáculo; Raquel Varela y Laura Porras . María Isabel Anita Carmen de Jesús Vargas Lizano, Chavela Vargas, vuelve a casa después de la que a la postre sería su última gira. Al borde de la muerte, los recuerdos se entrecruzan en su memoria y aparecen en sus sueños los personajes que han marcado su vida y las distintas etapas de ésta. Durante una gira que le llevó a México, Carolina Román conoció a María Cortina , amiga y confidente de Chavela Vargas. A través de ella conoció la historia de la artista. «Me interesó la persona más que el mito, porque al hablar de ella hablo de cualquiera de nosotros». Ha dividido el personaje en tres; el mito, «la parte que ha quedado en nosotros»; la Chavela niña y adolescente, «una parte oscura de alcohol y de soledad en tierra de machos», y la Chavela de sus últimos días. «Era una criatura celestial, mágica, una visionaria, una Chamana de andar por casa», dice Carolina Román, que añade que «sin sus vivencias no hubiera sido la artista que fue, no hubiera tenido esa piel curtida de vida y no hubiera cantado con el desgarro con el que lo hizo». Para entenderla, continúa, hay que viajar a Costa Rica, donde nació. «Su familia la escondía; su madre se fue de casa y su padre la envió a vivir con unos tíos que no la querían. Vivió en soledad, nadie le hablaba con amor. Solía decir que todo el dolor lo pagó en su infancia». México fue, para ella, dice la directora, «un clavo ardiendo. Recibió a Chavela pero tampoco lo tuvo fácil. Pero ella quiso querer a México». Chavela Vargas cantaba, sigue Carolina Román, «con el alma y con el dolor que arrastró desde niña». Lógicamente, la música tiene un protagonismo especial en este montaje, «que no es un musical al uso». Rozalén y Nita son las puntas de lanza en este sentido. «Chavela es inimitable, es imposible acercarse a ella -dice Rozalén -; es la protagonista sin estar, pero con el puntito de arte de cada una creo que logramos el homenaje». Nita va más allá. «Es un espectáculo elegante, bonito, contado desde el respeto y el cariño hacia alguien que hemos admirado tanto...» Luisa Gavasa , que no se subía a un escenario desde hace veinte años, ahonda en la imposibilidad de imitar a Chavela, a la que ha buscado a través del territorio común del alma. «Si el alma es buena, todos nos parecemos mucho más en ella». Se confiesa muy distinta de la artista pero ha encontrado un nexo. «Me ha ido acercando al diálogo con la muerte, algo que por edad miro con más cercanía, y he aprendido de ella a irme desde la dignidad». Y cierra Carolina Román: «Esta 'dama de poncho rojo' que vino a cantar verdades desde ese corazón enorme y humilde, tejió una realidad con hilos de andar por casa para 'apapacharnos' en un abrazo sabio que se hará eterno cada vez que alguien quiera seguir oyendo su voz».