Los tendidos se merecen toreros nuevos que ilusionen. Y eso fue lo que hizo Tomás Bastos, un novillero portugués que se plantó en Olivenza para reconquistarla con las armas no solo de la decisión y el valor, sino de un concepto extraordinario, ese que busca ahondar y detener el tiempo. Caló en la afición, caló en el público. Y, además, robó titulares a las estrellas del cartel matinal: Marco Pérez y Olga Casado. Pintaron Oros -pues el teléfono debería sonar para todas las novilladas próximas sin cerrar- para Bastos. Otra cosa es lo que el sistema disponga ahora... -Era casi el convidado de piedra, el tapado del cartel, y todo el mundo salió hablando de usted. ¿Cómo lo vivió? -Con...
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