No verán nuestros ojos una obra de arte tan monumental como la de Albert Serra. Por su maestría en la lidia de las cámaras, del sonido, de momentos hasta ahora ciegos incluso para las miradas más taurinas. Y, sobre todo, porque delante de los focos contaba un actor que no lo era. Allí se rodaban secuencias de vida y muerte con un hombre frente al toro. Si Roca Rey ya era la máxima figura del momento, en esta película su dimensión heroica es brutal. Serra nos adentra sin complejo alguno, mostrando la sangre a tumba abierta, hacia la verdad descarnada del toreo. Si el toreo ahonda sus raíces en la épica, 'Tardes de soledad' nos devuelve a la esencia: la...
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