Montoya abandonará ‘Supervivientes’ a pocas semanas del final: «He llegado a mi tope»

Cuando el reality deja de ser solo un juego. En los concursos de supervivencia extrema, como el que se vive actualmente en la famosa isla, hay un punto en el que la experiencia deja de ser solo una aventura para convertirse en una batalla emocional. Las alianzas comienzan a quebrarse, los silencios pesan más que ... Leer más

May 15, 2025 - 14:56
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Montoya abandonará ‘Supervivientes’ a pocas semanas del final: «He llegado a mi tope»

Cuando el reality deja de ser solo un juego.

En los concursos de supervivencia extrema, como el que se vive actualmente en la famosa isla, hay un punto en el que la experiencia deja de ser solo una aventura para convertirse en una batalla emocional. Las alianzas comienzan a quebrarse, los silencios pesan más que las palabras y cualquier gesto puede convertirse en motivo de conflicto. Es justo en este tramo, cuando queda menos para el final, donde la convivencia se vuelve más difícil y la tensión está al rojo vivo.

Ya no se trata solo de soportar el hambre o las inclemencias del clima, sino de navegar entre relaciones que han mutado desde la cordialidad al recelo. Los concursantes, tras semanas de exposición continua, comienzan a reconocer quiénes tienen el respaldo del público y quiénes han quedado aislados, lo que muchas veces se convierte en un arma arrojadiza. El desgaste emocional es tan fuerte como el físico, y eso se nota en cada conversación, cada nominación, cada silencio.

Este momento del concurso es también cuando emergen con más claridad las personalidades auténticas, para bien o para mal. Lo que antes podía disimularse con una sonrisa o una estrategia, ahora sale a flote sin filtros. Y eso es, en parte, lo que ha sucedido esta semana con uno de los participantes más controvertidos del programa.

Montoya dice basta.

Montoya, que desde el arranque del reality ha estado en el centro del huracán mediático, ha dado un giro inesperado a su comportamiento en la isla. Acostumbrado a provocar reacciones intensas, tanto en sus compañeros como en la audiencia, esta vez no ha levantado la voz ni buscado protagonismo: simplemente ha dicho que ya no puede más. En un tono inusualmente sereno, ha compartido con el presentador su decisión de tomar distancia emocional de quienes lo rodean.

Su intervención durante la última gala dejó al público en vilo y al plató en silencio. En un momento donde todo parecía un show habitual, el concursante se mostró frágil, tocado y profundamente cansado. Frente a un Carlos Sobera que intentaba reconducir la conversación, Montoya habló de salud mental, de incomprensión y de límites personales que ya no está dispuesto a seguir cruzando.

Entre frases entrecortadas y miradas huidizas, el ex de Anita Williams expresó que se siente ridiculizado constantemente por parte de sus compañeros, especialmente por el grupo de la playa Calma. “Cada palabra mía acaba en risas o malos entendidos”, confesó, marcando así una línea que ya no quiere que se vuelva a cruzar. En vez de explotar, optó por retirarse emocionalmente del conflicto.

Un giro emocional inesperado.

Lo que parecía ser el preámbulo de un abandono definitivo resultó ser, más bien, una declaración de intenciones. Montoya ha decidido no responder más a las provocaciones, mantenerse al margen y rodearse solo de quienes, según él, le hacen bien. Su nueva estrategia no tiene que ver con ganar pruebas ni con alianzas tácticas, sino con preservar su bienestar psicológico.

Aunque Carlos Sobera intentó indagar en quiénes son esas personas que le generan malestar, Montoya evitó señalar directamente a nadie. Lo que sí dejó claro es que hay gestos, actitudes y palabras que ya no está dispuesto a tolerar. «No los amo. Y no puedo ni escuchar sus buenos días», llegó a decir, con una frialdad que no suele acompañar sus apariciones.

Más allá del drama habitual de un reality, lo ocurrido plantea una reflexión sobre los límites del espectáculo. ¿Hasta qué punto se espera que los concursantes se mantengan fuertes cuando la convivencia se vuelve tóxica? ¿Y cuánta responsabilidad tienen los formatos en crear entornos que empujan a las personas hasta su límite?

Silencio, emociones en carne viva.

El cambio de tono de Montoya ha sacudido al programa justo cuando parecía que todo seguiría por los cauces esperados. Su vulnerabilidad ha dado una dimensión distinta a su paso por el concurso, dejando claro que incluso los más polémicos también tienen un punto de quiebre. No se fue, pero algo cambió en él.

La audiencia, que suele exigir espectáculo, ha sido testigo esta vez de una escena mucho más humana. Y aunque no sepamos si Montoya mantendrá esta nueva actitud hasta el final, lo que sí es seguro es que este giro ha dejado huella tanto dentro como fuera de la isla. Porque a veces, en plena guerra televisiva, el gesto más valiente es simplemente parar.