He aquí la correspondencia de Ludwig Wittgenstein con sus hermanos —sobre todo Hermine, Paul y Margaret, a quien Klimt dedicó uno de sus mejores retratos— entre 1908 y 1951. Reflexiones sobre la amistad y la música, chismorreos, filosofía de sobremesa, rencillas y melancolía, recortados sobre el telón de fondo de una Viena que periclitaba a paso rápido: la desintegración del Imperio, las leyes raciale s, el Anschluss… Y, sobrevolando en círculos, el espectro de Karl Wittgenstein , magnate del acero que crio a sus hijos entre silencios de cartujo y exigencias de grandeza: o eran geniales o no valían ni para calentar banquillo. Sostiene el prólogo de Brian McGuinness, biógrafo y traductor del filósofo vienés, que la familia Wittgenstein —cuya...
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